Será poco probable almacenar más carbono bajo tierra del que se emite

Instalación de captura de carbono
Instalación de captura de carbono - FLICKR
Actualizado: miércoles, 28 agosto 2024 14:21

   MADRID, 28 Ago. (EUROPA PRESS) -

   Una investigación del Imperial College de Londres ha revelado limitaciones a la velocidad con la que podemos ampliar la tecnología para almacenar dióxido de carbono bajo la superficie de la Tierra.

   Los escenarios internacionales actuales para limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados para finales de siglo se basan en tecnologías que eliminen el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera de la Tierra más rápido de lo que los humanos lo liberan. Esto significa eliminar CO2 a un ritmo de 1 a 30 gigatoneladas por año para 2050.

   Sin embargo, las estimaciones sobre la velocidad a la que se pueden implementar estas tecnologías han sido muy especulativas. Ahora, el nuevo estudio muestra que es poco probable que las proyecciones existentes sean factibles al ritmo actual de crecimiento.

   El estudio concluyó que, para 2050, podría ser posible almacenar hasta 16 gigatoneladas de CO2 bajo tierra cada año. Sin embargo, alcanzar este objetivo requeriría un enorme aumento de la capacidad de almacenamiento y una ampliación en las próximas décadas, algo que no se prevé dado el ritmo actual de inversión, desarrollo e implementación. Los resultados se publican en Nature Communications.

   El equipo del Departamento de Ciencias de la Tierra e Ingeniería del Imperial creó modelos que muestran la rapidez con la que se pueden desarrollar e implementar sistemas de almacenamiento de carbono, teniendo en cuenta la disponibilidad de geología adecuada y las limitaciones técnicas y económicas para el crecimiento.

   Si bien los resultados sugieren que es posible reducir las emisiones de CO2 a gran escala, también sugieren que el camino para lograrlo y la contribución de las regiones clave podrían diferir de lo que proyectan los modelos actuales, incluidos los de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

   El autor principal, Yuting Zhang, del Departamento de Ciencias de la Tierra e Ingeniería del Imperial College, dijo en un comunicado: "Hay muchos factores en juego en estas proyecciones, incluida la velocidad a la que se pueden llenar los reservorios, así como otras cuestiones geológicas, geográficas, económicas, tecnológicas y políticas. Sin embargo, modelos más precisos como los que hemos desarrollado nos ayudarán a entender cómo la incertidumbre en la capacidad de almacenamiento, las variaciones en la capacidad institucional en las distintas regiones y las limitaciones al desarrollo podrían afectar los planes climáticos y los objetivos establecidos por los responsables de las políticas".

   En su análisis, los investigadores descubrieron que el IPCC incluyó resultados de modelos de evaluación integrados (IAM, por sus siglas en inglés), herramientas que combinan diferentes fuentes de información para predecir cómo los métodos de almacenamiento de carbono pueden afectar nuestro clima y economía, que a menudo sobreestiman la cantidad de CO2 que se puede almacenar bajo tierra.

   En particular, el análisis sugiere que las proyecciones de los informes del IPCC para países asiáticos, incluidos China, Indonesia y Corea del Sur, donde el desarrollo actual es bajo, asumieron tasas de implementación poco realistas, lo que significa que las proyecciones existentes son poco probables y poco confiables.

   Los cálculos del equipo sugieren que un punto de referencia global más realista está en el rango de 5 a 6 gigatoneladas de almacenamiento por año para 2050. Esta estimación El nuevo modelo se alinea con la forma en que tecnologías similares existentes se han ampliado a lo largo del tiempo.

   Su enfoque de modelado utiliza patrones de crecimiento observados en datos del mundo real de diferentes industrias, incluidas la minería y la energía renovable. Al observar cómo estas industrias han crecido en el pasado y combinar las cantidades existentes de CO2 almacenado con un marco flexible para explorar diferentes escenarios, el nuevo enfoque ofrece una forma confiable de hacer proyecciones alcanzables a largo plazo para el almacenamiento subterráneo de CO2 y podría ser una herramienta valiosa para los responsables de las políticas.