MADRID, 21 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las super-erupciones volcánicas - eventos lo suficientemente amplios como para devastar el planeta entero - avisan con sólo un año antelación de que van a producirse.
Ese es el hallazgo de un nuevo análisis de los cristales de cuarzo microscópicos en la piedra pómez tomada de la toba volcánica Bishop Tuff, en el este de California, donde se produjo la super-erupción que formó la caldera de Long Valley (en la imagen) hace 760.000 años.
El estudio corresponde a Guilherme Gualda, profesor asociado de ciencias de la tierra y del medio ambiente en la Universidad de Vanderbilt, y Stephen Sutton en la Universidad de Chicago, y ha sido publicado en la revista PLoS ONE.
"La evolución de un cuerpo de magma gigante que alimenta una super-erupción está caracterizado por acontecimientos que tienen lugar en una variedad de escalas de tiempo", dijo Gualda. Decenas de miles de años son necesarios para cebar la corteza y generar suficiente magma eruptible. Una vez establecidos, estos cuerpos de magma gigantes son fenómenos inestables que perduran desde unos pocos siglos a miles de años. Ahora hemos demostrado que la aparición del proceso de descompresión, que libera las burbujas de gas que dan energía a la erupción, comienza menos de un año antes de la erupción".
Gualda y Sutton analizaron decenas de pequeños cristales de cuarzo, con un método más preciso para medir el crecimiento en unos rebordes característicos según variaciones en la concentración de titanio en el cristal. El titanio es una de las pocas impurezas incorporadas en el cuarzo en cantidades apreciables y que se difunde lo bastante rápido como para permitir el sondeo en escalas de tiempo tan cortas como minutos. Sin embargo, es extremadamente difícil medir los pequeños niveles de titanio intervinientes en una resolución espacial suficiente.
Así que los investigadores establecieron que la concentración de titanio en el cuarzo se correlaciona directamente con la cantidad de luz que se produce cuando un material es bombardeado por electrones, un efecto llamado cátodoluminiscencia. Esto les permitió usar imáganes de catodoluminiscencia para hacer mediciones de alta resolución de las variaciones en la concentración de titanio y, sobre esta base, determinar los tiempos y tasas de crecimiento de los rebordes.
Los tiempos máximos de crecimiento abarcan desde aproximadamente 1 minuto a 35 años, con una media de aproximadamente 4 días. Más del 70 por ciento de los tiempos de crecimiento de los rebordes tienen menos de un año, lo que muestra que las marcas en el cuarzo deben de haber crecido sobre todo en los días o meses antes de la erupción. Este crecimiento se produce en condiciones de elevada sobresaturación, lo que sugiere que marca el inicio de la descompresión como síntoma de una super-erupción en progreso.