ANTONI LEWKOWICZ.
MADRID, 2 Abr. (EUROPA PRESS) -
El aumento de la temperatura del suelo en el Ártico es un indicador del cambio climático global, pero hasta hace poco se pensaba que las áreas de permafrost frío eran relativamente inmunes.
Pero ahora, un nuevo estudio realizado por Antoni Lewkowicz, profesor en el Departamento de Geografía, Medio Ambiente y Geomática en la Universidad de Ottawa, en Canadá, y publicado en la revista 'Nature Communications', muestra que las áreas de permafrost frío pueden ser vulnerables a las crecientes temperaturas del verano.
Utilizando un conjunto de imágenes satelitales del conjunto de datos de 'Google Earth Engine Timelapse', el profesor Lewkowicz y su coautor, Robert Way, registraron un asombroso aumento de 60 veces en el número de depresiones de deshielo regresivas --deslizamientos de tierra causados por el derretimiento del hielo en el permafrost-- en la isla Banks en las últimas tres décadas.
En 1984, hubo alrededor de 60 depresiones de deshielo activos en la isla, y en 2013, hubo más de 4.000, incluyendo unos 300 iniciados dentro del Parque Nacional Aulavik. En general, el área afectada por los desplomes activos ahora es equivalente a la de la Isla de Manhattan.
Los análisis muestran que el 85 por ciento de los nuevos deslizamientos de tierra en la isla Banks se formaron después de cuatro veranos especialmente calurosos (1998, 2010, 2011 y 2012), lo que provocó la descongelación de la capa superior del permafrost. Con el calentamiento global y el aumento de las temperaturas, el profesor Lewkowicz predice un aumento adicional en los desplomes de deshielo regresivo: incluso en un escenario relativamente conservador, podría haber 10.000 nuevos desplomes por década solo en la isla Banks.
Dado que estos declives por deshielo pueden seguir creciendo durante décadas, Lewkowicz calcula que esto podría significar que la isla sola podría albergar la asombrosa cantidad de 30.000 derrumbes activos en cualquier año futuro.
La enorme cantidad de sedimento creado por las depresiones ha sofocado algunos valles de los ríos y ha afectado a más de 250 lagos en la isla. Según el profesor Lewkowicz, se desconoce el impacto en los ecosistemas acuáticos y las poblaciones de peces porque no hay datos de referencia para las áreas afectadas.
Los derrumbes de deshielo perturban los ecosistemas durante periodos prolongados y también liberan material orgánico previamente congelado que se descompondrá en dióxido de carbono o metano, lo que elevará las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y causará un mayor calentamiento global.
Los científicos no fueron los únicos en notar estos cambios dramáticos. Los residentes de Sachs Harbour, una pequeña comunidad de Inuvialuit en la isla, los habían observado de primera mano. Los derrumbes de deshielo y otros deslizamientos de tierra han afectado a sus movimientos en ciertas partes de la isla, lo que dificulta la caza o la pesca.
"No podemos detener miles de derrumbes de deshielo una vez que comienzan. Solo podemos hacer cambios en nuestras vidas para reducir nuestra huella de carbono y podemos alentar a nuestros políticos a tomar las medidas necesarias para ayudar a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero --concluye Lewkowicz--. Para que el calentamiento futuro sea lo más limitado posible".