MADRID, 23 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de la Universidad McGill, en Montreal, Canadá, sugiere que los escarabajos del Ártico pueden llegar a ser perfectos marcadores del cambio climático.
Cualquier cambio en el clima que afecta a los suelos, las plantas y los animales de los que dependen los escarabajos --afirman-- es probable que se refleje rápidamente en alteraciones en las comunidades de escarabajos.
Los autores de esta investigación descubrieron que los escarabajos no sólo son abundantes en número sino también diversos en los hábitos de alimentos, de forma que lo que comen está estrechamente relacionado con la latitud en la que se encuentran. Los científicos han estado conectando los cambios en los patrones climáticos y las temperaturas en el Ártico durante algún tiempo y ahora tienen que encontrar formas de medir cómo estos cambios en el clima afectan a la biodiversidad.
El equipo, dirigido por el profesor Chris Buddle y el doctor Ernst Cristal, del Departamento de Ciencias de los Recursos Naturales de McGill, logró identificar más de 460 especies diferentes de escarabajos del Ártico en lugares que van desde el borde del bosque boreal en el norte de Ontario hasta la Isla de Ellesmere, la más septentrional de las islas del archipiélago ártico canadiense.
Más significativamente, estos investigadores encontraron que había diferencias claras en lo que se encuentran los escarabajos a lo largo de este gradiente norte-sur y las funciones ecológicas que cumplían diferían dependiendo de la latitud en la que vivían.
"Dependiendo de la latitud y de la temperatura, los escarabajos del Ártico desempeñan una serie de funciones ecológicas, como la polinización o alimtentarse de plantas, la caza de otros insectos y la destrucción de la materia en descomposición", dice Ernst, primer autor del estudio publicado este miércoles en 'Plos One'.
"En el extremo norte, en general hay un número muy elevado de depredadores y muchos menos escarabajos que se alimentan de plantas, mientras que más al sur, en general, es al contrario", añade este investigador. El descubrimiento de que los escarabajos del Ártico pueden ser especialmente sensibles a la temperatura tiene implicaciones para el futuro de seguimiento del cambio climático.
"A medida que las temperaturas en las regiones del norte se elevan o se vuelven más variables, hay una fuerte posibilidad de que las comunidades de escarabajos sufran cambios significativos en respuesta --dice Buddle, investigador principal--. Aún está por ver si estos cambios tendrán efectos positivos o negativos en los ecosistemas árticos y otros animales y plantas que viven allí, pero es evidente que la sensibilidad de los escarabajos al clima los hace blancos ideales para monitorizar la biodiversidad a largo plazo en el extremo norte".