MADRID, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio muestra que la pesca probablemente empeora el colapso de la población de especies de peces forrajeros, entre ellos arenques, anchoas y sardinas.
Algunas de las pesqueras más grandes del mundo se dirigen a estas especies y estos peces "cebo" son también una importante fuente de alimento para los animales marinos más grandes, como el salmón, el atún, las aves marinas y las ballenas.
Los científicos saben desde hace tiempo de las grandes fluctuaciones en la abundancia de peces forrajeros, incluyendo el colapso periódico de la población, pero no habían averiguado si estos colapsos eran totalmente naturales o si estaban relacionados con la pesca.
Esta investigación, cuyas conclusiones se publican este lunes en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', implica la pesca en el colapso de las poblaciones de peces forrajeros y recomienda herramientas de gestión basadas en el riesgo que pueda monitorizar los números de la pesca y suspender la pesca cuando sea necesario.
"Hemos identificado la marca de la pesca sobre las fluctuaciones de la población, detectando que la pesca hace que los mínimos de los ciclos de la población sean más profundos. Esto es especialmente importante dado el papel vital que desempeñan estas especies en las redes alimentarias", alerta el autor Tim Essington, profesor de Ciencias Acuáticas y Pesca de la Universidad de Washington, en Estados Unidos.
Al igual que con otros estudios, esta investigación sugiere que la gestión preventiva puede ser particularmente importante con los peces forrajeros. Pero este trabajo va más allá, utilizando simulaciones para analizar una estrategia de gestión específica: la suspensión de la pesca cuando una población se reduce a menos de la mitad de su media a largo plazo. Así, vieron que esta estrategia evitaría el 64 por ciento de los colapsos, pero reduciría la captura media sólo un 2 por ciento en el largo plazo.
"La buena noticia es que encontramos que las estrategias simples pueden evitar el peor de los impactos ecológicos, con poco costo para la pesca", destaca Essington. "La aplicación generalizada de este tipo de estrategias sostendría los beneficios que las personas obtienen de los peces forrajeros permitiendo al mismo tiempo la pesca sostenible", insiste.
Essington, también miembro del 'Pew Charitable Trusts', la organización que financió esta investigación, y sus colegas revisaron un gran conjunto de datos mundial de 55 poblaciones de peces forrajeros. De ellas, 27 habían sufrido un colapsado en algún momento, lo que significa que habían caído a un cuarto o menos de su promedio de biomasa.
Para investigar si la pesca estaba involucrado, los científicos analizaron dos cuestiones. En primer lugar, que estaba ocurriendo antes y durante el colapso, detectando que la pesca fue particularmente intensa, alrededor de entre un 50 y un 200 por ciento mayor que la tasa media. La tasa de crecimiento de la población fue cayendo en picado, al mismo tiempo, pero esta caída podría explicar sólo un pequeño número de la disminución.
Ese patrón sugiere que la pesca provoca un desencadenamiento o una exacerbación de la disminución de estas poblaciones, pero que es sólo una pieza de evidencia. Así que los investigadores se plantearon la posibilidad de que estos colapsos sigan un patrón esperado como parte de un ciclo natural, para lo cual compararon la reserva de las poblaciones de peces forrajeros con otros 'stocks' que no se pescan.
Sin embargo, no existen datos fiables, a largo plazo para hacer un seguimiento de la abundancia de las reservas no explotadas. Los investigadores compararon entonces las fluctuaciones de peces forrajeros con simulaciones de las fluctuaciones aleatorias naturales. Para generar estas simulaciones, utilizaron las magnitudes y frecuencias de fluctuación en cada una de las 55 poblaciones en el conjunto de datos.
De esta manera, produjeron 1.000 simulaciones basadas en la suposición de que las 55 poblaciones fluctuaron al azar, pero con la misma amplitud y la frecuencia observada en los datos reales. Así, encontraron que los colapsos fueron más comunes en las poblaciones reales que en el 97 por ciento de las simulaciones, llevándoles a la conclusión de que la pesca es un probable contribuyente de la disminución de los peces forrajeros.