Lecho marino abisal - CSIRO MARINE NATIONAL FACILITY
MADRID, 6 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio pionero en el mundo invierte la idea de que la mayor parte de la vida en el océano se alimenta de la fotosíntesis a través de la luz solar.
Por el contrario, revela que muchos microbios oceánicos obtienen su energía del hidrógeno y el monóxido de carbono, según publican los investigadores en la revista 'Nature Microbiology'.
Siempre ha sido un misterio cómo sobreviven los microbios que crecen en las zonas más profundas del mar, sin luz solar. El nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Monash (Australia), demuestra que un proceso distinto denominado quimiosíntesis --crecimiento mediante compuestos inorgánicos-- alimenta a los microbios de estas oscuras profundidades.
El estudio, de cinco años de duración y dirigido por la doctora Rachael Lappan y el profesor Chris Greening, del Biomedicine Discovery Institute, revela que dos gases comunes, el hidrógeno y el monóxido de carbono, sirven de combustible a billones de microbios del océano, desde los trópicos hasta los polos.
Según el profesor Greening, hasta ahora la mayoría de los científicos creían que la vida microbiana de los océanos se debía principalmente a la fotosíntesis. "Pero, ¿qué ocurre en esas regiones tan profundas que la luz no puede penetrar o tan pobres en nutrientes que las algas no pueden prosperar? --cuestiona--. En este estudio hemos demostrado que en esas regiones predomina la quimiosíntesis".
"De hecho, el hidrógeno y el monóxido de carbono 'alimentan' a los microbios en todas las regiones que hemos analizado: desde bahías urbanas hasta alrededor de islas tropicales, pasando por cientos de metros bajo la superficie --explica--. Algunos incluso se encuentran bajo las plataformas de hielo de la Antártida".
El estudio combinó mediciones químicas durante viajes oceánicos con la caracterización en laboratorio de cultivos microbianos. El equipo de investigación también utilizó ampliamente la secuenciación metagenómica, "que nos indica los planos genéticos de todos los microbios presentes en una región determinada del océano", explica el doctor Lappan.
"Encontramos los genes que permiten el consumo de hidrógeno en ocho tipos de microbios relacionados a distancia, conocidos como phyla, y esta estrategia de supervivencia es más común cuanto más profundo viven", añade.
Para este proyecto, los investigadores se inspiraron en sus trabajos anteriores sobre las bacterias del suelo. El profesor Greening y sus colegas habían demostrado anteriormente que la mayoría de las bacterias del suelo pueden vivir consumiendo hidrógeno y monóxido de carbono de la atmósfera.
"Las capas superficiales de los océanos del mundo suelen contener altos niveles de gases disueltos de hidrógeno y monóxido de carbono debido a diversos procesos geológicos y biológicos --afirma--. Así que tenía sentido que las bacterias oceánicas utilizaran los mismos gases que sus primas terrestres".
Estos hallazgos permiten comprender cómo evolucionó la vida". El profesor Greening concluye que "la primera vida surgió probablemente en respiraderos de aguas profundas utilizando hidrógeno, y no luz solar, como fuente de energía. Es increíble que, 3.700 millones de años después, tantos microbios de los océanos sigan utilizando este gas de alta energía y lo hayamos pasado completamente por alto hasta ahora".