MADRID, 5 Jul. (EUROPA PRESS) -
Genética de vanguardia ha permitido analizar de forma precisa los hábitos alimentarios de dos grupos de elefantes en Kenia, hasta los tipos específicos de plantas que come cada animal del grupo.
Publicado en la revista 'Royal Society Open Science', el nuevo estudio sobre los hábitos de los elefantes individuales ayuda a responder preguntas importantes sobre los comportamientos de alimentación de los grupos, y ayudan a los biólogos a comprender los enfoques de conservación que mejor mantienen a los elefantes no sólo saciados, sino satisfechos.
"Es muy importante que los conservacionistas tengan en cuenta que cuando los animales no obtienen suficientes alimentos, pueden sobrevivir, pero no prosperar --afirma Tyler Kartzinel, autor del estudio y profesor adjunto de Estudios Ambientales y Ecología, Evolución y Biología de Organismos en la Universidad de Brown (Estados Unidos)--. Al comprender mejor lo que come cada individuo, podemos gestionar mejor especies emblemáticas como elefantes, rinocerontes y bisontes para garantizar que sus poblaciones puedan crecer de forma sostenible".
Una de las principales herramientas que utilizaron los científicos para llevar a cabo su estudio se denomina metabarcodificación del ADN, una técnica genética de vanguardia que permite a los investigadores identificar la composición de muestras biológicas cotejando los fragmentos de ADN extraídos que representan el alimento de un elefante con una biblioteca de códigos de barras de ADN vegetal.
La Universidad de Brown ha estado desarrollando aplicaciones para esta tecnología, señala Kartzinel, y reuniendo a investigadores de biología molecular y de la vertiente computacional para resolver problemas a los que se enfrentan los conservacionistas sobre el terreno.
Se trata del primer uso de la metabarcodificación del ADN para responder a una pregunta a largo plazo sobre la ecología de la alimentación social, es decir, cómo deciden los miembros de un grupo social --por ejemplo, una familia-- qué alimentos consumir, explicó Kartzinel.
"Cuando hablo con personas que no son ecólogos, se quedan atónitas al saber que nunca hemos tenido una idea clara de lo que comen en la naturaleza todos estos grandes mamíferos carismáticos --explica Kartzinel--. La razón es que estos animales son difíciles y peligrosos de observar de cerca, se desplazan largas distancias, se alimentan de noche y en matorrales espesos y muchas de las plantas de las que se alimentan son bastante pequeñas".
No sólo es difícil vigilar a los elefantes, sino que su comida puede ser casi imposible de identificar a simple vista, incluso para un botánico experto, según Kartzinel, que ha realizado investigaciones de campo en Kenia.
El grupo de investigación comparó la nueva técnica genética con un método llamado análisis de isótopos estables, que consiste en un análisis químico del pelo de los animales.
Dos de los autores del estudio, George Wittemyer, de la Universidad Estatal de Colorado, y Thure Cerling, de la Universidad de Utah, habían demostrado anteriormente que los elefantes pasan de comer hierba fresca cuando llueve a comer árboles durante la larga estación seca.
Aunque esto supuso un avance en el estudio al permitir a los investigadores identificar patrones dietéticos a gran escala, seguían sin poder discernir los distintos tipos de plantas en la dieta de los elefantes.
Los científicos habían guardado muestras fecales recogidas en colaboración con la organización sin ánimo de lucro Save the Elephants cuando Wittemyer y Cerling realizaban los análisis de isótopos estables hace casi 20 años. El autor del estudio, Brian Gill, entonces asociado posdoctoral de Brown, determinó que las muestras seguían siendo utilizables incluso después de muchos años almacenadas.
El equipo combinó análisis de isótopos estables de carbono de las heces y el pelo de los elefantes con metabarcodificación de ADN dietético, seguimiento por GPS y datos de teledetección para evaluar la variación dietética de elefantes individuales en dos grupos.
Cotejaron cada secuencia única de ADN de la muestra con una colección de plantas de referencia --desarrollada con la experiencia botánica de Paul Musili, director del Herbario de África Oriental de los Museos Nacionales de Kenia-- y compararon las dietas de elefantes individuales a lo largo del tiempo.
En su análisis, demostraron que las diferencias alimentarias entre individuos eran a menudo mucho mayores de lo que se había supuesto hasta entonces, incluso entre miembros de una misma familia que buscaban comida juntos en un mismo día.
Según Kartzinel, este estudio contribuye a resolver una paradoja clásica de la ecología de la fauna salvaje. "En otras palabras, dado que aparentemente todos los elefantes comen las mismas plantas, no está claro por qué la competencia por la comida no les separa y les obliga a buscar alimentos de forma independiente", explica.
La respuesta es que los elefantes varían su dieta en función no sólo de lo que tienen a mano, sino también de sus preferencias y necesidades fisiológicas, explica Kartzinel. Una elefanta preñada, por ejemplo, puede tener antojos y necesidades diferentes en distintos momentos de su gestación.
Aunque el estudio no se diseñó para explicar el comportamiento social, estos resultados ayudan a fundamentar las teorías de por qué un grupo de elefantes puede buscar comida juntos: Los elefantes no siempre comen exactamente las mismas plantas al mismo tiempo, por lo que suele haber plantas suficientes para todos.
Estos hallazgos pueden ofrecer valiosas ideas a los biólogos de la conservación. Para proteger a los elefantes y otras especies importantes y crear entornos en los que puedan reproducirse con éxito y hacer crecer sus poblaciones, necesitan una variedad de plantas para alimentarse.
Esto también puede reducir las posibilidades de competencia entre especies y evitar que los animales cacen furtivamente fuentes de alimento para los humanos, como los cultivos.
"Las poblaciones de animales salvajes necesitan acceder a diversos recursos alimentarios para prosperar --afirma Kartzinel--. Cada elefante necesita variedad, un poco de picante, no literalmente en su comida, sino en sus hábitos alimentarios".