MADRID, 26 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una investigación publicada en la revista 'Science' ofrece la imagen más clara hasta ahora de las consecuencias prolongadas de la disminución de los mamíferos terrestres en las redes alimentarias durante los últimos 130.000 años.
"Mientras que alrededor del 6% de los mamíferos terrestres se han extinguido en ese tiempo, estimamos que más del 50% de los eslabones de las redes alimentarias de los mamíferos han desaparecido --afirma el ecólogo de la Universidad Rice (Estados Unidos) Evan Fricke, autor principal del estudio--. Y los mamíferos con más probabilidades de declinar, tanto en el pasado como en la actualidad, son clave para la complejidad de las redes alimentarias de mamíferos".
Una red alimentaria contiene todos los vínculos entre los depredadores y sus presas en un área geográfica. Las redes alimentarias complejas son importantes para regular las poblaciones de manera que permitan la coexistencia de más especies, apoyando la biodiversidad y la estabilidad del ecosistema. Pero el declive de los animales puede degradar esta complejidad, socavando la resistencia de los ecosistemas.
Aunque el declive de los mamíferos es un rasgo bien documentado de la crisis de la biodiversidad -muchos mamíferos se han extinguido o persisten en una pequeña porción de sus áreas de distribución geográficas históricas-, no ha quedado claro hasta qué punto esas pérdidas han degradado las redes alimentarias del mundo.
Para entender qué se ha perdido en las redes alimentarias que vinculan a los mamíferos terrestres, Fricke dirigió un equipo de científicos de Estados Unidos, Dinamarca, Reino Unido y España que utilizó las últimas técnicas de aprendizaje automático para determinar "quién se comía a quién" desde hace 130.000 años hasta hoy. Fricke llevó a cabo la investigación durante una beca en la Universidad de Rice y actualmente es investigador científico en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Utilizando datos de observaciones modernas de interacciones entre depredadores y presas, Fricke y sus colegas entrenaron su algoritmo de aprendizaje automático para reconocer cómo los rasgos de las especies influían en la probabilidad de que una especie depredara a otra. Una vez entrenado, el modelo podría predecir las interacciones depredador-presa entre pares de especies que no se han observado directamente.
"Este enfoque puede decirnos quién se come a quién hoy con una precisión del 90% --explica la ecóloga Lydia Beaudrot, autora principal del estudio--. Eso es mejor que lo que han podido hacer los enfoques anteriores, y nos permitió modelar las interacciones entre depredadores y presas para las especies extinguidas".
La investigación ofrece una visión global sin precedentes de la red alimentaria que unía a los mamíferos de la Edad de Hielo, destaca Fricke, así como del aspecto que tendrían las redes alimentarias en la actualidad si los gatos de dientes de sable, los perezosos terrestres gigantes, los leones marsupiales y los rinocerontes lanudos siguieran vagando junto a los mamíferos supervivientes. "Aunque los fósiles pueden decirnos dónde y cuándo vivían ciertas especies, esta modelización nos da una imagen más rica de cómo esas especies interactuaban entre sí", añade Beaudrot.
Al trazar los cambios en las redes alimentarias a lo largo del tiempo, el análisis reveló que las redes alimentarias de todo el mundo se están colapsando debido a la disminución de los animales. "La modelización demostró que las redes alimentarias de los mamíferos terrestres se han degradado mucho más de lo que cabría esperar si se hubieran extinguido especies al azar --señala Fricke--. En lugar de resiliencia bajo la presión de la extinción, estos resultados muestran un colapso de la red alimentaria en cámara lenta causado por la pérdida selectiva de especies con funciones centrales en la red alimentaria".
El estudio también demostró que no todo está perdido. Mientras que las extinciones causaron cerca de la mitad de los descensos de las redes alimentarias registrados, el resto se debió a la contracción del área de distribución geográfica de las especies existentes.
"Restaurar esas especies a sus áreas de distribución históricas tiene un gran potencial para revertir estos descensos", apunta Fricke, que añade que los esfuerzos para recuperar especies nativas de depredadores o presas, como la reintroducción del lince en Colorado, el bisonte europeo en Rumanía y los pescadores en el estado de Washington, son importantes para restaurar la complejidad de la red alimentaria.
"Cuando un animal desaparece de un ecosistema, su pérdida repercute en la red de conexiones que vinculan a todas las especies de ese ecosistema --recuerda Fricke--. Nuestro trabajo presenta nuevas herramientas para medir lo que se ha perdido, lo que más podemos perder si se extinguen las especies en peligro y la complejidad ecológica que podemos restaurar mediante la recuperación de especies".