BERLIN, 26 Ene. (OTR/PRESS) -
Lo que podría ser una nueva especie de arácnido se ha convertido en una fuente de inspiración para científicos expertos en biónica, especialmente en lo que se refiere a su movimiento. La araña, de color blanco, de tamaño considerablemente menor al de una palma de la mano y oriunda del desierto del Sáhara, se desplaza gracias a una serie de volteretas que le permiten alcanzar una velocidad de dos metros por segundo o, lo que es lo mismo, siete kilómetros por hora. En la Universidad Técnica de Berlín creen que este sistema podría adaptarse a un vehículo biónico enviado de misión a Marte.
"Esto demuestra que la naturaleza ha inventado la rueda". Así resume el profesor Ingo Rechenberg, del Departamento de Biónica y Técnicas Evolutivas de la Universidad Técnica de Berlin, el hallazgo de esta araña, que él mismo admite no esperaba encontrar en el desierto del Sáhara. El objetivo final de este departamento de la Universidad es recopilar ideas de la naturaleza que puedan aplicarse para la resolución de problemas de ingeniería, de ahí que Rechenberg perciba el movimiento de esta araña como una oportunidad para un futuro robot espacial.
El científico, de 75 años y que dice conocer el desierto del Sáhara "mejor que Berlín", encontró esta curiosa araña de noche, cuando patrullaba las dunas con un foco en busca de nuevas especies de insectos. Este arácnido viaja únicamente de noche y se esconde en su propia red bajo la arena cuando el sol asoma por el horizonte, explica Rechenberg, que dice que el insecto rodó frente a la luz con la que exploraba el desierto. La araña, de color blanco y más pequeña que la palma de una mano, toma carrerilla antes de ponerse a girar como una diminuta rueda.
Apoyándose únicamente en tres de sus ocho patas, esta posición permite a la araña alcanzar una velocidad de dos metros por segundo, o lo que es lo mismo, 7,2 kilómetros por hora. Sin embargo, Rechenberg, en declaraciones a la revista 'Der Spiegel' recogidas por otr/press, señala que la araña utiliza esta forma de transportarse tanto para ahorrar energía, aunque el doctor Peter Jäger considera que podría ser más un mecanismo de defensa, una forma de huir ante los enemigos. En este sentido, este experto en arácnidos apunta que rodar de esa forma debe agotar a la araña, hasta el punto que muere por agotamiento.
UNA NUEVA ESPECIE
Los experimentos de Rechenberg podrían confirmar la teoría de Jäger, ya que el científico alemán provocó la muerte de una de estas arañas después de estar persiguiéndola hasta la salida del sol con una videocámara con la que grabó el comportamiento del insecto. Rechenberg se llevó a Alemania dos especímenes, uno macho que se conserva en los laboratorios de Jäger y otro, al que bautizó como Ariadna, que vive en su casa. Si este ejemplar es femenino -como apunta el nombre que le puso Rechenberg- los científicos podrán averiguar si se trata de una nueva especie de arácnido.
'Cebrennus rechnebergi' será el nombre científico que recibirá esta araña si se confirma que es una nueva especie, señala el diario alemán, que informa de que el científico volverá próximamente al desierto del Sáhara a buscar nuevos ejemplares del arácnido. Una vez que tenga suficientes, Rechenberg tratará de diseñar un robot que copie la forma de transportarse de la araña, muy útil, dice, para un terreno "suave y plano" como son las dunas del desierto. Esta araña, añade, tiene la ventaja de que puede trepar y caminar como el resto de los animales, y rodar cuando la ruta se vuelve complicada.
"Desarrollar un sistema similar podría ser seguramente interesante para una misión a Marte", considera Rechenberg, que especula sobre la posibilidad de diseñar un vehículo biónico que pueda tanto arrastrarse por un terreno abrupto como rodar cuando las condiciones le permitan, lo que, al mismo tiempo, serviría para ahorrar o incluso recobrar -mediante una sencilla dinamo- energía.