MADRID 7 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, ha demostrado que la carne cocida proporciona más energía que la carne cruda, este hallazgo sugiere que los seres humanos están biológicamente adaptados para aprovechar los beneficios de los alimentos cocinados, y que la cocina que jugó un papel clave en la evolución.
La investigación, dirigida por Rachel Carmody, estudiante en el Departamento de Biología Evolutiva de Harvard, y publicada en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', también plantea importantes cuestiones sobre la alimentación de los humanos modernos.
"Los resultados de este trabajo son relevantes para el estudio de la evolución humana, y también a la hora de plantearnos qué pensamos sobre la comida hoy en día", afirma Carmody, "es sorprendente que no conozcamos las propiedades fundamentales de la comida que consumimos. Nos esforzamos en la manera de cocinar los alimentos y en su presentación, pero sin embargo no entendemos el efecto que esto tiene en la energía que extraemos de los alimentos, y la energía es la razón principal por la que comemos".
Aunque estudios anteriores ya habían examinado aspectos específicos de lo que sucede durante el proceso de cocción, hasta hora, según Carmody, no se había examinado a fondo cómo la cocina afecta el valor energético de los. Para examinar estos efectos, los investigadores diseñaron un modelo experimental único. Durante más de cuarenta días, alimentaron a dos grupos de ratones con una serie de dietas que consistían en carne o patatas dulces preparadas de cuatro formas: crudo y entero, crudo y triturado, cocido y entero, y cocido y triturado. En el transcurso de cada dieta, los investigadores registraron los cambios en la masa corporal de cada ratón, así como la cantidad de tiempo que usaban la rueda de ejercicio.
IMPLICACIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN
Este hallazgo tiene implicaciones interesantes para nuestra comprensión sobre cómo evolucionaron los humanos; aunque los primeros humanos ya comían carne hace 2,5 millones de años, sin la capacidad de controlar el fuego toda la carne de su dieta era carne cruda y, probablemente, machacada con herramientas primitivas de piedra. Aproximadamente hace 1,9 millones de años, sin embargo, se produjo un cambio repentino; los cuerpos de los primeros seres humanos aumentaron en tamaño, y sus cerebros en tamaño y complejidad.
A pesar de que teorías anteriores sugirieren que los cambios fueron producto de un aumento en el consumo de carne, esta nueva investigación apunta a otra posible hipótesis: la capacidad de cocinar los alimentos proporcionó a los seres humanos más energía, permitiendo que se produjeran cambios evolutivos energéticamente costosos.
El impacto del estudio no se limita a las primeras fases de la evolución humana. Los resultados también ponen al descubierto las deficiencias del sistema de Atwater, una herramienta de medición de calorías. "Como biólogos evolutivos, creemos que el aumento de energía fue algo positivo, porque mejoró el crecimiento y la reproducción, convirtiéndose en un componente crítico de la aptitud evolutiva de una especie", concluye Carmody, "pero la pregunta en el mundo moderno es, si ahora tenemos un problema de exceso, y no un déficit, ¿sigue siendo positivo?"