MADRID, 20 Jun. (EUROPA PRESS) -
A los cuervos les gusta elegir compañeros muy similares. En un estudio genómico a gran escala, publicado en la revista 'Science', un equipo de investigadores dirigidos por la Universidad de Uppsala, en Suecia, ha encontrado que este comportamiento podría tener sus raíces en su composición genética, revelando un posible camino evolutivo común que permite separar las poblaciones en especies nuevas.
Hace un siglo y medio, Charles Darwin reconoció que las especies están sujetas a cambios evolutivos y ahora se sabe que todos los aspectos que definen un organismo se codifican en su genoma. Sin embargo, sigue sin respuesta la pregunta de cómo surgen las nuevas especies de un pequeño intercambio genético, de forma que, por ejemplo los cuervos son todos de color negro o gris y exhiben una fuerte tendencia a elegir compañeros que parecen iguales.
Los científicos identificaron un sistema aviar, los cuervos y los cuervos del género 'Corvus', que utilizaron como un modelo evolutivo para descifrar las bases genéticas de la especiación. En este sistema es esencial la recurrencia independiente de un patrón de color variado o desigual en varias especies del género que destaca en contraste con el predominante plumaje de color negro en el clado.
En este estudio, los investigadores se centraron en el extremo más joven del espectro evolutivo analizando la arquitectura genética de la divergencia entre los cuervos negros ('Corvus coron) y las cornejas grises ('Corvus cornix') que aún hibridan a lo largo una zona mestiza que se extiende por Europa y Asia.
Las zonas híbridas son experimentos evolutivos naturales donde se pueden estudiar procesos tempranos de especiación. Donde las especies negras y grises entran en contacto forman una zona conocida como híbrida que es sorprendentemente estrecha (entre 15 y 150 km) y, a parte de pequeños cambios sin mucha relevancia, se ha mantenido de forma estable durante al menos cien años.
Los investigadores de este estudio se propusieron encontrar las diferencias decisivas que estabilizan la zona híbrida y mantienen en el tiempo separados a los cuervos carroñeros de las cornejas utilizando una gran variedad de enfoques.
Consistente con la hipótesis del aislamiento mediante el color, estos expertos vieron que la expresión genética difería casi exclusivamente en los folículos de crecimiento de las plumas en la fase en la que se fija el color en el pelaje. Los genes implicados en la coloración se expresaron constitutivamente en mayores niveles en los cuervos negros que en los grises.
Al analizar los más de mil millones de pares bases en el genoma, estos expertos vieron muy poca diferencia entre las dos. Sólo se detectaron 82 pares de bases diferentes y 81 de ellos se concentraron en un área de codificación genómica de los genes implicados en la coloración y la percepción visual.
Este hallazgo sugiere que la posibilidad de que un rasgo relevante en la elección de compañero, como el color, puede acoplarse genéticamente a su percepción, que puede ser común en un camino evolutivo para permitir que las poblaciones se separen en especies nuevas. Un mecanismo así puede ser común en otras especies cuya elección de pareja se hace visualmente, según Jochen Wolf, uno de los autores principales del estudio.