MADRID 16 Nov. (EUROPA PRESS) -
Observaciones realizadas con el telescopio APEX en luz de longitud de onda submilimétrica revelan nubes de polvo frío de la que se forman las estrellas en la Nebulosa Carina. Esta localización de violenta formación estelar, que acoge a algunas de las estrellas de mayor masa de nuestra galaxia, es un espacio idóneo para estudiar las interacciones entre estas estrellas jóvenes y sus progenitores, las nubes moleculares.
Mediante el uso de la cámara LABOCA en el telescopio Atacama Pathfinder Experiment (APEX), emplazado en los Andes chilenos, un equipo de astrónomos dirigido por Thomas Preibisch, de la Universidad Sternwarte de Múnich, Alemania, tomó imágenes de la región en luz submilimétrica. En esta longitud de onda, la mayoría de la luz que se ve es el débil resplandor de calor de los granos de polvo cósmico. La imagen revela, por tanto, las nubes de polvo y gas molecular
-principalmente hidrógeno- de las que se pueden formar las estrellas.
A -250 grados, los granos de polvo están muy fríos, y el débil resplandor que emana de ellos sólo puede ser visto en longitudes de onda submilimétricas, significativamente mayores que las de la luz visible. La luz submilimétrica es, por tanto, clave para estudiar cómo se forman las estrellas y cómo interactúan con las nubes de sus precursores.
Las observaciones se muestran en tonos naranja, combinados con una imagen de luz visible del telescopio Curtis Schmidt en el Observatorio Interamericano de Cerro Tololo. El resultado es un espectacular campo de imagen que proporciona una vista espectacular de los sitios de formación de estrellas en Carina. La nebulosa contiene estrellas con una masa equivalente a un total de más de 25.000 soles, mientras que la masa de las nubes de gas y polvo equivale a alrededor de 140.000 soles.
Sin embargo, sólo una fracción del gas en la Nebulosa Carina es lo suficientemente densa como para colapsar y formar nuevas estrellas en el futuro inmediato (en términos astronómicos, es decir, dentro de los próximos millones de años). A más largo plazo, los efectos dramáticos de las estrellas masivas que ya están en la región pueden acelerar la tasa de formación estelar.
Las estrellas de gran masa sólo viven unos pocos millones de años a lo sumo (una vida muy corta en comparación con los diez mil millones de años sel Sol), e influyen profundamente en su entorno durante toda su vida. Emiten fuertes vientos y radiación que dan forma a las nubes a su alrededor, quizá lo suficiente como para formar nuevas estrellas. Al final de sus vidas son muy inestables y son propensas a expulsiones de material estelar hasta su muerte en violentas explosiones de supernovas.
Un buen ejemplo de estas estrellas es Eta Carinae, la estrella amarillenta brillante justo en la esquina superior izquierda del centro de la imagen. Cuenta con más de 100 veces la masa de nuestro Sol, y está entre las estrellas más luminosas conocidas. Dentro de los próximos millones de años, Eta Carinae explotará como una supernova, seguido por aún más supernovas de otras estrellas masivas en la región.
Estas explosiones violentas rasgan a través de las nubes de gas molecular en su entorno inmediato, pero después de que las ondas de choque han viajado más de diez años-luz son más débiles, y en su lugar, pueden comprimir las nubes que están un poco más lejos, provocando la formación de nuevas generaciones de estrellas. Las supernovas también puede producir átomos radiactivos de corta duración que son recogidos por las nubes en colapso. Hay una fuerte evidencia de que átomos radiactivos similares fueron incorporados en la nube que colapsó para formar el Sol y los planetas, por lo que la Nebulosa de Carina puede proveer información adicional sobre la creación de nuestro propio Sistema Solar.
La Nebulosa Carina está a 7.500 años luz de distancia en la constelación del mismo nombre (Carina, o de la quilla). Es una de las nebulosas más brillantes en el cielo debido a su gran población de estrellas de gran masa. Con unos 150 años luz de diámetro, es varias veces mayor que la conocida Nebulosa de Orión. A pesar de que está varias veces más lejos que ésta, su tamaño aparente en el cielo es casi el mismo, por lo que es también una de las mayores nebulosas en el cielo.