MADRID, 30 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad Vanderbilt ha dictaminado que los perros son más inteligentes que los gatos, en función del número de neuronas que cada especie atesora en su corteza cerebral.
Se trata de las "pequeñas células grises" asociadas con el pensamiento, la planificación y el comportamiento complejo, todas consideradas como características distintivas de la inteligencia.
El primer estudio que realmente cuenta el número de neuronas corticales en el cerebro de varios carnívoros, incluidos gatos y perros, ha descubierto que los perros poseen significativamente más que los gatos.
"En este estudio, estábamos interesados en comparar diferentes especies de carnívoros para ver cómo el número de neuronas en sus cerebros se relaciona con el tamaño de sus cerebros, incluidas algunas especies favoritas, como gatos y perros, leones y osos pardos", dijo en un comunicado Suzana Herculano-Houzel, profesora de Psicología y Ciencias Biológicas, quien desarrolló el método para medir con precisión el número de neuronas en el cerebro.
Los resultados del estudio han sido aceptados para su publicación en Frontiers in Neuroanatomy.
En cuanto a perros y gatos, el estudio encontró que los perros tienen alrededor de 530 millones de neuronas corticales, mientras que los gatos tienen alrededor de 250 millones. (Eso se compara con 16 mil millones en el cerebro humano).
"Creo que la cantidad absoluta de neuronas que tiene un animal, especialmente en la corteza cerebral, determina la riqueza de su estado mental interno y su capacidad de predecir lo que está a punto de suceder en su entorno según la experiencia pasada", explicó Herculano-Houzel.
"Soy 100 por ciento perruna", agregó, "pero, con esa advertencia, nuestros hallazgos significan para mí que los perros tienen la capacidad biológica de hacer cosas mucho más complejas y flexibles con sus vidas que los gatos". Ahora tenemos algo de biología que las personas pueden tener en cuenta en sus discusiones sobre quién es más inteligente, el gato o el perro".
EL TAMAÑO NO IMPORTA
Herculano-Houzel y sus colaboradores escogieron carnívoros para estudiar debido a su diversidad y gran variedad de tamaños cerebrales, así como por el hecho de que incluyen especies domesticadas y silvestres.
Los investigadores analizaron los cerebros de uno o dos especímenes de cada una de las ocho especies carnívoras: hurón, mangosta, mapache, gato, perro, hiena, león y oso pardo.
Esperaban que sus mediciones confirmaran la hipótesis intuitiva de que los cerebros de los carnívoros deberían tener más neuronas corticales que los herbívoros de los que se alimentan. Eso es porque la caza es más exigente, cognitivamente hablando, en comparación con la estrategia principal del herbívoro de encontrar seguridad en números absolutos.
Sin embargo, ese no fue el caso. Los investigadores determinaron que la relación de neuronas al tamaño del cerebro en carnívoros pequeños y medianos era aproximadamente la misma que la de los herbívoros, lo que sugiere que existe la misma presión evolutiva sobre los herbívoros para desarrollar el poder del cerebro para escapar de los depredadores que la que hay en carnívoros para atraparlos.
De hecho, para los carnívoros más grandes, la proporción de neurona a cerebro es en realidad más baja. Descubrieron que el cerebro de un golden retriever tiene más neuronas que una hiena, un león o un oso pardo, a pesar de que los depredadores más grandes tienen cerebros hasta tres veces más grandes. El oso es un ejemplo extremo. Su cerebro es 10 veces más grande que el de un gato, pero tiene aproximadamente el mismo número de neuronas.