La profecía maya era de cambio de siglo en su cultura

Actualizado: lunes, 17 diciembre 2012 18:04

MADRID 17 Dic. (EUROPA PRESS) -

El catedrático de Análisis Matemático de la Universidad de Sevilla, Antonio José Durán, ha explicado que este viernes, 21 de diciembre, tendrá lugar el equivalente a un cambio de siglo en la cultura maya.

Según ha explicado, los mayas tenían tres maneras de medir el tiempo. Contaban, por un lado, con un calendario sagrado, de 260 días, que utilizaban para sus ceremonias religiosas en templos como Chichén Itzá, Palenque o Tikal; y, por otro, con uno solar, de 365 días dividido en dieciocho meses de veinte días, utilizado para la vida civil.

Además, tenían lo que denominaban la "cuenta larga" -que está a punto de dar lugar a un cambio ciclo-, utilizado en algunos códices y monumentos y con una duración aproximada de unos 5.100 años. Esta cuenta larga maya era de base veinte, como toda su numeración, y se dividía en ciclos de veinte días, años de 360 días y ciclos de veinte y doscientos años.

Cada ciclo de veinte años se denominaba katún (similar a los decenios). De este modo, tras veinte katunes se conformaba el baktún (equivalente a los siglos, pero con una duración de 400 años). "El día 20 de diciembre es el último día del baktún número doce, y el 21 de diciembre el primero del baktún número trece, es decir, es como pasar del siglo XX al XXI y en el mundo maya", ha indicado Durán.

El experto, ha indicado que, como pasó en el año 2000, los cambios de siglo se asocian, a veces, con cataclismos o desgracias, "simplemente por superstición". En este sentido, ha señalado que para los mayas el cambio del duodécimo al decimotercer baktún era una fecha importante y no existen referencias escritas que afirmen que entre el 20 y el 21 de diciembre fuera a suceder nada en particular.

"Sí es cierto que si la antigua cultura maya existiera hoy, muy probablemente hubieran hecho sus augurios y lo hubieran relacionado con mala o buena suerte, pero no hay ningún criterio científico detrás", ha apuntado.

CIFRAS, CIENCIA, ARTE Y RELIGIÓN

Para Durán, el anuncio inspirado en la cultura maya de un nuevo fin del mundo es "una buena ocasión" para recordar que los mayas desarrollaron un sistema numérico que, en lo esencial, es igual al actual. "Tenían el número cero, y contaban con lo que se llama el 'principio posicional', es decir, el valor del número varía en función del lugar que ocupe", ha indicado Durán. Por ejemplo, en el caso del 111, cada uno de los unos tiene un valor distinto (unidades, decenas y centenas) según su posición.

Los mayas representaban el número uno con un punto, dos puntos representaban el dos, y así para el tres y para el cuatro. El cinco sería una raya, el seis, un punto y una raya y así, con combinaciones de este tipo, se llegaría al número diecinueve. A partir del veinte funcionaría el principio posicional, es decir, el número veinte, por ejemplo, sería un punto y un cero.

Para la medida del tiempo en su cuenta larga, la base utilizada era veinte, salvo para la cifra correspondiente al segundo nivel (el equivalente a nuestras centenas) donde la base era dieciocho. Esto era así por influencia de la astronomía: según la base veinte ese nivel debería ser de 20x20=400, pero los mayas eligieron 18x20=360, una cantidad más cercana al número de días (365) que tiene un año.

Junto con la babilonia y la India, la maya ha sido una de las tres culturas que han desarrollado un sistema posicional con cero. Además de estos signos, los mayas tenían otros símbolos rituales en los que los números eran representados por algunos de los rostros de sus dioses.

"Los que la desarrollaron potenciaron, por un lado, su aspecto mágico y, por otro, el que fuera difícil de leer para el resto de la gente. A los mayas les impresionaba que aquellos rostros esculpidos en la roca tuvieran un significado y los sacerdotes lo conocieran", ha explicado Durán. Esto, unido a un conocimiento astronómico capaz de predecir, entre otros acontecimientos, eclipses de Sol y Luna y otras conjunciones planetarias, convertían la ciencia de la época en un instrumento para la dominación por parte de reyes y sacerdotes.