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MADRID, 1 Mar. (EUROPA PRESS) -
Al mapear las cicatrices de impactos antiguos en las superficies de Plutón y Caronte, investigadores han conseguido entender mejor la formación y evolución del Cinturón de Kuiper.
Se trata de un vasto halo de escombros en órbita que se encuentran en los márgenes de nuestro Sistema Solar.
Según el nuevo estudio, los cráteres de 4.000 millones de años observados por la misión New Horizons registran la distribución del tamaño de los pequeños objetos del cinturón de Kuiper (KBO) que impactaron en las superficies. Al estudiar los tamaños de los cráteres, pueden sondear KBOs demasiado pequeños para ser analizados directamente desde la Tierra.
Aunque el cinturón de Kuiper alberga varios objetos grandes, planetas enanos como Plutón, se sabe poco sobre la distribución de los objetos del cinturón de Kuiper (KBO) con un tamaño inferior a 100 kilómetros (km), que son restos de la formación del Sistema Solar.
Las observaciones telescópicas de pequeños KBO desde la Tierra son difíciles con solo la posibilidad de identificar los objetos más grandes. Sin embargo, durante miles de millones de años, Plutón y su satélite, Caronte, han recolectado cráteres formados por colisiones con KBO más pequeños. Según los autores, sus superficies marcadas proporcionan registros útiles para caracterizar la distribución del tamaño de los objetos dentro del cinturón de Kuiper.
Utilizando imágenes detalladas recopiladas por la nave espacial New Horizons a medida que avanzaba en 2015, Kelsi Singer y sus colegas del Instituto de Investigación Southwest en Boluder, Colorado, mapearon los cráteres en Pluto y Caronte para determinar los tamaños de los KBO impactantes.
Teniendo en cuenta los procesos geológicos recientes, que pueden borrar los cráteres de impacto más antiguos, los investigadores identificaron algunas superficies en Plutón y Caronte que tienen al menos 4.000 millones de años. También informan de una falta de cráteres menores de 13 kilómetros de diámetro. Esto significa que hay menos KBO de menos de dos kilómetros de lo que se predijo anteriormente.
Estos hallazgos no son consistentes con los modelos de colisión que sugieren una población de objetos en el equilibrio de colisión tradicional, según explican los autores en un comunicado. En vez de eso, pueden indicar la naturaleza primordial del cinturón de Kuiper: los objetos constitutivos tienen menos probabilidades de haber evolucionado a partir de colisiones, pero en su lugar sobreviven intactos en el presente desde los primeros días del Sistema Solar.