MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -
La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) se situará en agosto en una órbita que gira a 30 kilómetros alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Luego, irá reduciendo esta distancia --pasando en septiembre a los 20 kilómetros y en octubre a los 10 kilómetros-- hasta el mes de noviembre en el que la nave soltará la sonda Philae, que se posará en la superficie de la roca, para estudiar su composición.
De este modo, la misión se prepara actualmente para los últimos compases de este proyecto que, según ha explicado el coordinador de operaciones científicas de Rosetta, Laurence O'Rourke, "es único" y "no se puede comparar a ninguna otra misión" porque "es lo más complicado que se haya hecho nunca antes".
La operación Rosetta comenzó con su lanzamiento en 2004 y en esos diez años los científicos de la ESA han aprovechado para "estudiar los asteroides situados entre Marte y Júpiter", según ha apuntado O'Rourke. Tras la hibernación de la sonda y su despertar en enero de 2014, los expertos han estado probando los instrumentos de la nave para comprobar su buen funcionamiento y llevando a cabo operaciones de reducción de velocidad y definir su trayectoria para lograr situar la nave en el "camino" apropiado hacia el cometa.
En este tiempo de aproximación a 67P/Churyumov-Gerasimenko, Rosetta irá obteniendo datos a través de la observación de la roca acerca de su composición, densidad y gravedad para que los científicos sepan "con qué se van a encontrar". Del mismo modo, elaborará mapas de la superficie para determinar cuáles son sus características y cuál será el mejor sitio para llevar a cabo el aterrizaje de Philae.
En este sentido, el investigador de la ESA ha indicado que, en agosto, se seleccionarán 5 posibles lugares que pasarán a ser 2 en la segunda aproximación en septiembre y en octubre, un mes antes de la operación, se determinará cuál es el lugar adecuado. "No dependerá sólo de que sea plano, porque la superficie de los cometas sufre explosiones y habrá que tener en cuenta también dónde hay aspectos buenos para estudiar. Por eso se hace este trabajo conjuntamente entre científicos e ingenieros, porque cuentan los aspectos técnicos, pero también los de investigación", ha declarado O'Rourke.
Tras la salida de Philae de la nave y su llegada al cometa, Rosetta regresará a una distancia de 30 kilómetros de distancia, con el fin de continuar observando lo que ocurre a una distancia prudencial. De hecho, a medida que el cometa se vaya acercando al Sol, la nave irá aumentando su distancia, hasta los 40-45 kilómetros. Esto se debe a que, a medida que el cometa está cerca de la estrella va soltando más gases, debido al calor, que hacen que sea más difícil su estudio desde distancias cortas.
Para O'Rourke, la fase actual puede parecer "arriesgada" por su precisión y porque de una buena aproximación depende que Philae llegue al final a posarse sobre su objetivo. Sin embargo, ha apuntado que "el gran riesgo ya fue despertar" a la nave y que ésta y sus instrumentos funcionarán correctamente. Del mismo modo, ha apuntado que, aunque el aterrizaje de Philae no saliera bien, "no sería un fracaso", ya que Rosetta continuaría ofreciendo datos de la roca durante un año, mientras orbita a su alrededor.
UNA SEMANA DE CIENCIA "MARAVILLOSA"
En cuanto a la sonda, el experto ha indicado que se posará en noviembre sobre 67P/Churyumov-Gerasimenko y su misión será permanecer allí para ofrecer datos. Entre sus instrumentos, contiene un taladro que perforará el cometa y estudiará su composición 'in situ'. La intención de la ESA es que este aparato permanezca activo una semana como mínimo "aunque si dura más será estupendo". "Aunque sea una semana será una semana de ciencia maravillosa", ha apuntado O'Rourke.
En los datos de Philae están puestos muchos de los objetivos científicos de esta misión. Otro de los coordinadores de la misión, Michael Kueppers, ha indicado que este proyecto podría arrojar respuestas sobre si la teoría de que la vida llegó a la Tierra a través de estas rocas es cierta. "Los cometas tienen información sobre nuestros orígenes y son iguales a los bloques que hace 4.000 millones de años formaron los planetas", ha explicado.
Aún así, ha determinado que esta creencia no significa que las moléculas microbianas procedan todas de los cometas, sino que, en combinación con las existentes en la Tierra, llegaron a conseguir lo que hoy existe. En cuanto a las teorías sobre que el agua llegó al planeta desde los cometas, Kueppers ha apuntado que la misión Rosetta también permitirá comparar ese agua que se sabe que contiene con el agua de los océanos terrestres y comprobar si existen diferencias.