NASA/JPL
MADRID, 16 Nov. (EUROPA PRESS) -
El control en la Tierra de la misión Voyager 2 de la NASA ha recibido más pistas de que la nave está saliendo de la heliosfera, la burbuja gigante llena de partículas empujadas por el viento solar.
En octubre, se apreció un aumento en la tasa de conteo de partículas detectadas por el Telescopio de Alta Energía del subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 2, o CRS. El telescopio de alta energía CRS detecta partículas de alta energía que provienen de fuera de nuestra heliosfera. Un rápido aumento en el número de partículas contadas con el tiempo, es decir, su tasa de conteo, nos dio la primera pista de que nos estábamos acercando al límite de nuestra heliosfera, donde se filtran estos rayos cósmicos interestelares.
Según informa la NASA, los nuevos datos de los que hablan los científicos provienen del Telescopio de Baja Energía, otro instrumento CRS tanto en el Voyager 1 como en el 2. Muestra la tasa de conteo de partículas de menor energía que típicamente se originan dentro de la heliosfera. La tasa de conteo de estas partículas disminuye a medida que se acercan a la heliopausa y finalmente caen a cerca de cero en ese límite, donde las partículas pueden escapar al espacio interestelar.
En el gráfico de datos de principios de noviembre del Telescopio de Baja Energía se nota un cambio bastante dramático: De repente, la tasa de recuento de partículas de baja energía del Voyager 2 se redujo, aunque aún no ha cayó a casi cero como lo hizo cuando la Voyager 1 entró en el espacio interestelar.
Los científicos vigilarán estos gráficos como uno de los varios indicadores para determinar cuándo la Voyager 2 realmente pasa fuera de la heliosfera. Una vez allí, la Voyager estará lista para compartir todos los datos nuevos sobre la naturaleza del espacio entre las estrellas.
La sonda espacial Voyager 2 fue lanzada el 20 de agosto de 1977 desde Cabo Cañaveral, en un cohete Titán-Centauro. Es idéntica a su sonda hermana, la Voyager 1.
A diferencia de su hermana, la Voyager 2 adoptó una trayectoria diferente en su encuentro con Saturno, sacrificando la cercanía a Titán, pero adoptando un mayor impulso gravitacional en su viaje hacia Urano y Neptuno. La sonda alcanzó su mayor cercanía con estos planetas en los años 1986 y 1989, respectivamente.