MADRID, 5 Abr. (EUROPA PRESS) -
El hallazgo de fósiles de mosquito fantasma sugiere la existencia de un evento climático extremo en el pasado en Nueva Zelanda, según un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana - CSIC, que ha confirmado por primera vez la presencia de estas especies en registros fósiles de 23 millones años de antigüedad.
Según ha informado este viernes el CSIC, estas especies son las principales depredadoras de plancton e importantes ingenieras en los ecosistemas de agua dulce, y están presentes en la actualidad en todos los continentes del mundo excepto en la Antártida y en Nueva Zelanda, donde su presencia no estaba confirmada hasta ahora.
Con este nuevo descubrimiento, los investigadores apuntan la existencia de un cambio radical en el clima de estas islas, que habría llevado a estas especies a la extinción.
El CSIC ha detallado que los científicos han documentado 30 especímenes de individuos inmaduros de estos mosquitos en fósiles del Foulden Maar en Nueva Zelanda. Este lago fósil, en la actualidad seco, se originó en el cráter de un volcán inactivo y contaba con 2 km de diámetro y 350 metros de profundidad. Al morir, las abundantes algas microscópicas, llamadas diatomeas, fueron formando una capa en el fondo del lago que posibilitó la conservación única de fósiles durante millones de años.
"Este lago único es nuestra ventana a un hemisferio sur de hace 23 millones de años", afirma Viktor Baranov, primer autor del estudio e investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana. "El Foulden Maar conserva con inmenso detalle, fósiles de plantas y animales que perecieron en el lago, rodeado de un bosque húmedo tropical".
Los especímenes han sido fotografiados y almacenados en el Museo del Departamento de Geología de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda. Durante el estudio, se han hallado al menos cinco morfotipos distintos, un término que se designa cuando la especie no puede ser determinada de forma precisa.
"Es muy curioso que estuvieran presentes en Nueva Zelanda en el pasado, pero hoy no. Nueva Zelanda es la única gran masa continental en la que no existen, aparte de la Antártida", explica Baranov. No hay indicios aún de qué pudo provocar la extinción de estos mosquitos en Nueva Zelanda.
El CSIC ha explicado, además, que la extinción de ciertos grupos de animales en Nueva Zelanda suele explicarse por una hipótesis que afirma que las islas estuvieron sumergidas durante el Oligoceno, o por el enfriamiento de las masas continentales durante el Pleistoceno. No obstante, estos fósiles son más recientes y estos mosquitos no se extinguieron ni siquiera en regiones afectadas por las glaciaciones.
"La extinción de Chaoboridae en Nueva Zelanda puede ser indicativo de algún evento que afectara negativamente a la fauna acuática, como una sequía", explica Baranov, quien añade: "De hecho, existen algunos estudios con fósiles vegetales que sugieren una sequía sostenida en Nueva Zelanda, a partir del Mioceno, el periodo en el que están datados estos fósiles".
Otra posibilidad es que su extinción esté relacionada con una potencial inmersión de Nueva Zelanda en el Oligoceno, pero aún no hay estudios para comprender el vínculo concreto entre estos dos eventos, según ha añadido.