Costa cántabrica - ASIER GARCÍA ESCÁRZAGA
MADRID, 25 Abr. (EUROPA PRESS) -
Cáscaras de moluscos marinos que sirvieron de alimento a humanos prehistóricos revelan cómo nuestros antepasados se adaptaron a un intenso cambio climático registrado hace 8.200 años.
El calentamiento climático global actual está teniendo, y seguirá teniendo, consecuencias generalizadas para la historia humana, de la misma manera que las fluctuaciones ambientales tuvieron consecuencias significativas para las poblaciones humanas en el pasado.
El llamado "evento 8.200 años" ha sido identificado como el evento climático más grande y abrupto de los últimos 11.700 años, causado por el deshielo de los lagos de América del Norte que inundó el Atlántico Norte y detuvo los sistemas de circulación oceánica. Los efectos de enfriamiento y sequía de este evento se han documentado en todo el mundo, incluso a lo largo de la costa atlántica de Europa. Sin embargo, los impactos radicales del evento 8.200 años en diferentes entornos y sociedades humanas a menudo se suponen en lugar de probarse.
La revista Scientific Reports ha publicado un artículo liderado por Asier García Escárzaga, actual investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) y del Departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona.
El estudio aplica un conjunto de herramientas multidisciplinar de estudios arqueomalacológicos y análisis de isótopos estables de oxígeno a los restos de conchas recuperados del depósito de conchas de la cueva de El Mazo (Asturias). Con una larga secuencia estratigráfica de 1.500 años, El Mazo es un contexto único a lo largo de la costa atlántica europea, con una resolución cronológica especialmente alta de cada capa arqueológica.
Los resultados obtenidos por estos científicos les permitieron determinar que las temperaturas más frías del agua de mar, deducidas de los valores de isótopos estables de oxígeno medidos en conchas marinas, provocaban cambios en la disponibilidad de diferentes especies de moluscos. Por ejemplo, una de las especies más consumidas, la especie adaptada al calor P. lineatus, disminuyó durante el evento mientras que las poblaciones de P. vulgata adaptada al frío, otra especie comúnmente explotada, aumentaron. Curiosamente, la lapa P. depressa adaptada al calor también aumentó durante este período frío, debido a una mayor resistencia a las temperaturas frías que otras especies de aguas cálidas.
Sus resultados también revelaron un aumento en la intensificación de la explotación de moluscos por parte de los humanos, como lo indica una disminución en el tamaño promedio de los moluscos y evidencia de una mayor recolección en áreas costeras más peligrosas.
Los autores argumentaron que esto ocurrió debido al crecimiento demográfico humano en estos entornos costeros del Atlántico que actuaron como refugio durante este evento frío, alentando a las poblaciones a trasladarse allí desde el interior. Sin embargo, las poblaciones alrededor de El Mazo lograron evitar la sobreexplotación de sus recursos costeros, ya que el tamaño promedio de los moluscos rara vez disminuyó por debajo de los 20 mm, el tamaño mínimo especificado por las regulaciones modernas para garantizar la supervivencia de las especies a largo plazo.
"Nuestros resultados sugieren una aplicación continua del conocimiento ecológico marino local por parte de algunos de los últimos recolectores de Europa occidental, a pesar de los grandes cambios en el clima y la demografía", dice Asier García-Escárzaga, autor principal del estudio actual.
La resolución proporcionada por la combinación de análisis taxonómico, geoquímico y cronológico de moluscos de sitios arqueológicos tiene implicaciones importantes para otros estudios que buscan determinar la importancia del cambio climático en los entornos marinos, y puede proporcionar pistas detalladas sobre la magnitud y la naturaleza de los cambios climáticos futuros y sus impactos en las sociedades humanas.