MARK WITTON
MADRID, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un diente de tiburón ancestral clavado en la vertebra fosilizada de un reptil volador, acredita cómo la bestia de las profundidades y el monstruo del cielo se enfrentaron en el Cretácico.
Investigadores de la USC (Universidad de Carolina del Sur) que estudiaron los huesos conservados en el Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles dicen que es una visión rara de las interacciones de la vida silvestre en la era de los dinosaurios.
Una ventana a un mundo perdido, los hallazgos ayudan a llenar vacíos sobre cómo un grupo de criaturas voladoras extintas, los pterosaurios, vivieron y se comportaron. El estudio aparece en Peer J.
"Comprender la ecología de estos animales es importante para entender la vida en la Tierra a través del tiempo", dijo el autor principal del estudio, Michael Habib, profesor asistente de ciencias anatómicas integradoras en la Escuela de Medicina Keck de la USC.
"¿Hay tiburones hoy en día que cazan aves marinas? Sí, las hay. ¿Son únicas o los tiburones grandes han cazado criaturas voladoras durante millones de años? La respuesta es sí, lo han hecho. Ahora sabemos que los tiburones cazaban animales voladores desde hace mucho tiempo, 80 millones de años", agregó en un comunicado.
A finales del período Cretácico, América del Norte estaba dividida por una vía de agua gigante llamada Western Interior Seaway. Era una región biológicamente prolífica desde el Golfo de México hasta Canadá. Aquí se encuentran algunos de los mejores fósiles del mundo de esta época, incluida la región de Kansas Chalk de Smoky Hill, donde se encontró este espécimen.
El fósil se excavó en la década de 1960 y se guardó en el museo antes de que los científicos lo sacaran de una pantalla para estudiarlo más a fondo. Estaban intrigados por el diente de tiburón incrustado debido a que más de 1.100 especímenes de Pteranodon, una especie de pterosaurio, solo siete, o menos del 1 por ciento, muestran evidencia de interacción depredador-presa, según el estudio.
Los pteranodon eran maestros del cielo. Los gigantescos reptiles voladores abundaban cuando los dinosaurios caminaban por la tierra. Pteranodon lució un cráneo llamativo, tenía una envergadura de 6 metros y pesaba alrededor de 45 kilos. Podían viajar largas distancias, aterrizar y despegar en el agua y les gustaban los peces.
Pero los océanos antiguos eran un lugar peligroso para quedarse. Bajo las olas se escondían grandes reptiles carnívoros y tiburones. Y por más feroz que fuera el Pteranodon no fue rival.
Pero, ¿qué monstruo marino lo mató?, ¿cómo paso?, ¿y por qué estaba intacto el hueso del cuello?
Primero, los científicos tuvieron que descartar que el diente de tiburón, de aproximadamente 2,5 centímetros, no estaba pegado al azar a la vértebra de Pteranodon; quizás ambos habían sido depositados en un cementerio prehistórico al mismo tiempo. Encontraron que el diente estaba atorado entre las crestas de las vértebras del cuello, lo que era una clara evidencia de una mordedura. El diente pertenecía a Cretoxyrhina mantelli, un tiburón común en ese momento. Este depredador en particular era grande, rápido y poderoso, de aproximadamente 2,5 metros de largo y aproximadamente comparable en apariencia y comportamiento al gran tiburón blanco de hoy, aunque no está estrechamente relacionado.
En segundo lugar, los científicos se preguntaban por qué se conservaba la evidencia de ataque. Por lo general, los tiburones de entonces habrían dejado los huesos de pterosaurios totalmente destrozados, dejando poco rastro. En este caso, el diente simplemente se atascó en una parte particularmente huesuda del cuello, lo que llevó al fósil fortuito. Tal descubrimiento de fósiles es tan raro que este es el primer caso documentado de esta especie de tiburón que interactúa con un pterosaurio, según el estudio.
En tercer lugar, si bien los investigadores nunca saben exactamente qué sucedió, Habib dijo que es posible que el ataque se produjera cuando el Pteranodon era más vulnerable, extendido sobre el agua. Aunque Pteranodon podía aterrizar y despegar en el agua, tenía que dedicar un tiempo considerable para despegar.
"Sabemos que los grandes tiburones comieron pterosaurios, por lo que podríamos decir que una gran especie depredadora rápida podría haber comido este Pteranodon cuando entró al agua, pero probablemente nunca lo sabremos exactamente", dijo Habib.