ILYA BOBROVSKIY, THE AUSTRALIAN NATIONAL UNIVERSI
MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los fósiles de Dickinsonia, de 558 millones de años, no revelan todas las características de estas criaturas, los primeros animales conocidos, que potencialmente tenían boca y tripas.
La erudita de la Australian National University (ANU), Ilya Bobrovskiy, concluye en un nuevo estudio que las propiedades físicas simples de los sedimentos pueden explicar la preservación de la Dickinsonia, e implica que lo que se puede ver hoy en día puede no ser el aspecto de estas criaturas.
"Estas criaturas de cuerpo blando que vivieron hace 558 millones de años en el lecho marino podrían, en principio, tener boca y agallas, órganos que muchos paleontólogos sostienen que surgieron durante el período cámbrico decenas de millones de años después", dijo Bobrovskiy, de la Escuela de Investigación de Ciencias de la Tierra.
"Nuestro descubrimiento sobre la Dickinsonia, y muchos otros fósiles de Ediacara, abre nuevas posibilidades en cuanto a cómo se veían realmente", agrega en un comunicado.
La biota de Ediacara estaba formada por criaturas extrañas que vivían en el fondo del mar hace 571 a 541 millones de años. Crecieron hasta dos metros de largo e incluyen los primeros animales conocidos, así como colonias de bacterias.
El hecho de que Dickinsonia y otros fósiles de Ediacara se conservaron en el registro geológico ha sido un gran misterio, hasta ahora.
El equipo, que incluye a científicos de instituciones rusas, descubrió cómo se conservaban los fósiles de la biota de Ediacara, a pesar de que los macroorganismos no tenían esqueletos ni conchas.
"A medida que los organismos decaían, un sedimento más suave desde abajo fluía gradualmente hacia el vacío que se formaba, creando un yeso", dijo Bobrovskiy.
"Ahora sabemos que lo que estamos viendo es la impresión de un suave esqueleto orgánico que pudo haber estado en cualquier lugar dentro del cuerpo de Dickinsonia. Lo que estamos viendo podría ser una parte del fondo de Dickinsonia, el interior de su cuerpo o parte de su espalda".
Bobrovskiy dijo que Dickinsonia tenía diferentes tipos de tejidos y debe haber sido un verdadero animal, un Eumetazoa, los linajes que finalmente llevaron a los humanos. "Estos fósiles comprenden nuestra mejor ventana hacia la evolución animal más temprana y son la clave para comprender nuestros profundos orígenes".
El estudio se publica en Nature Ecology and Evolution.