Una losa de pizarra con macrofósiles de algas bien conservados. - K. MALONEY.
MADRID, 24 Mar. (EUROPA PRESS) -
Montañas en Canadá han revelado fósiles macroscópicos de múltiples algas que prosperaron en el lecho marino hace 950 millones de años, anidadas entre montículos bacterianos en un océano poco profundo.
El descubrimiento, liderado por la estudiante de Geobiología de la Universidad de Toronto-Mississauga Katie Maloney y publicdo en Geology, llena en parte la brecha evolutiva entre las algas y la vida más compleja, proporcionando limitaciones de tiempo críticas para la evolución eucariota.
La vida eucariota (células con un núcleo que contiene ADN) evolucionó hace más de dos mil millones de años, con algas fotosintéticas dominando el campo de juego durante cientos de millones de años a medida que el oxígeno se acumulaba en la atmósfera de la Tierra. Los geobiólogos creen que las algas evolucionaron primero en ambientes de agua dulce en la tierra y luego se trasladaron a los océanos. Pero el momento de esa transición evolutiva sigue siendo un misterio, en parte porque el registro fósil de la Tierra primitiva es escaso.
Determinar si trazas como las que encontró Maloney en las Montañas Wernecke del Yukón son biogénicas (formadas por organismos vivos) es un paso necesario en la paleobiología.
En el laboratorio, utilizaron técnicas microscópicas y geoquímicas para confirmar que los fósiles eran de hecho eucariotas primitivos. Luego trazaron un mapa de las características celulares de los especímenes en detalle, lo que les permitió identificar múltiples especies en la comunidad, informa en un comunicado The Geological Society of America.
Mientras Maloney y sus coautores escribían sus resultados, confiaban en haber encontrado las primeras muestras macroscópicas de este período crítico. Durante el proceso de revisión por pares, sin embargo, recibieron noticias de un colaborador de que otro grupo en China había hecho un descubrimiento similar casi al mismo tiempo: macrofósiles de un período similar. Eso no los disuadió.
En última instancia, tener dos conjuntos de macrofósiles de aproximadamente la misma época solo puede mejorar la línea de tiempo de la evolución eucariota, sirviendo como puntos de calibración críticos para las técnicas de datación biológica basadas en el ADN. Los nuevos fósiles también hacen retroceder la época en que las algas vivían en entornos marinos, lo que indica que la evolución ya se había producido en los lagos terrestres.