Los petroglifos del Neguev muestran formas abstractas - LAURA RABBACHIN, INTK, ACADEMY OF FINE ARTS, VIENN
MADRID, 5 Jul. (EUROPA PRESS) -
Miles de petroglifos de hasta unos 5.000 años preservados en rocas del desierto del Neguev (Israel) albergan una comunidad de hongos y líquenes que pueden representar una amenaza grave a largo plazo.
Estas figuras fueron talladas por antiguos pastores principalmente en "barniz del desierto": una fina capa negra sobre roca caliza que se acumula de forma natural.
Un estudio de Academia de Bellas Artes de Viena publicado en 'Frontiers in Fungal Biology' ha demostrado que estos hongos y líquenes "podrían contribuir significativamente a la erosión gradual y al daño de los petroglifos", relata Laura Rabbachin, estudiante de doctorado en la Academia de Bellas Artes de Viena en Austria, y primera autora del estudio.
Son capaces de segregar distintos tipos de ácidos que pueden disolver la piedra caliza en la que están tallados los petroglifos. Además, los hongos pueden penetrar y crecer dentro de los granos de piedra, provocando un daño mecánico adicional".
Rabbachin y sus colegas tomaron muestras de un yacimiento de petroglifos en las tierras altas del centro-oeste del Néguev. Allí, caen una media de tan solo 87 mm de lluvia al año y las temperaturas en las superficies rocosas pueden alcanzar los 56,3 °C en verano. Los investigadores extrajeron muestras de barniz desértico junto a los petroglifos, de rocas sin barniz desértico y de suelo cerca de las rocas muestreadas. También dejaron placas de Petri abiertas cerca de las rocas para capturar esporas transportadas por el aire.
Los autores identificaron los hongos y líquenes recolectados con dos métodos complementarios. En primer lugar, cultivaron repetidamente material fúngico o esporas de rocas o suelo en placas con uno de dos medios de crecimiento diferentes, hasta que obtuvieron aislamientos puros para el código de barras de ADN. En segundo lugar, realizaron directamente la secuenciación del ADN del material fúngico presente en muestras de rocas o suelo, sin cultivarlas primero. Este último método puede detectar cepas que no crecen en cultivo.
Ambos métodos mostraron que la diversidad y abundancia de especies en las rocas con petroglifos era baja en comparación con el suelo, lo que sugiere que pocas especies son capaces de soportar los extremos locales de sequía y temperatura. La codificación de barras del ADN de los aislados cultivados reveló que los petroglifos albergan múltiples especies de hongos dentro de los géneros Alternaria, Cladosporium y Coniosporium, mientras que la secuenciación directa detectó además múltiples especies en los géneros Vermiconidia, Knufia, Phaeotheca y Devriesia. Todos, excepto Alternaria y Cladosporium, son los llamados hongos microcoloniales, que se sabe que prosperan en desiertos cálidos y fríos de todo el mundo. También abundaban los líquenes del género Flavoplaca.
"Los hongos microcoloniales se consideran muy peligrosos para los objetos de piedra. Por ejemplo, se los ha implicado como una causa probable del deterioro del patrimonio cultural de piedra en el Mediterráneo", expone Rabbachin. "También se sabe que los líquenes deterioran las rocas y, por lo tanto, representan una amenaza potencial para el patrimonio cultural de piedra". En el suelo y el aire circundantes, los investigadores encontraron principalmente hongos diferentes, cosmopolitas, pero que se sabe que pueden sobrevivir a las duras condiciones del desierto mediante la producción de esporas resistentes a la sequía.
¿Se puede hacer algo para proteger los petroglifos del trabajo lento pero destructivo de los hongos y líquenes microcoloniales observados? Es poco probable, advirtieron los autores.
"Estos procesos naturales de erosión no se pueden detener, pero la velocidad de su proceso depende en gran medida de si el clima cambiará en el futuro y de cómo lo hará. Lo que podemos hacer es monitorear las comunidades microbianas a lo largo del tiempo y, lo más importante, documentar estas valiosas obras de arte en detalle", aclara la supervisora académica de Rabbachin, la profesora Katja Sterflinger, autora principal del estudio.