Estudios recientes muestran que muchos lémures no viven individualmente, sino en parejas de hembras y machos. - ISTOCK.COM/GODDARD_PHOTOGRAPHY
MADRID, 3 Ene. (EUROPA PRESS) -
Según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Zurich, los primeros primates probablemente vivían en parejas, mientras que sólo alrededor del 15% de los individuos eran solitarios.
Se considera que los primates (y esto incluye a los humanos) son animales muy sociales. Muchas especies de monos y simios viven en grupos. Por el contrario, durante mucho tiempo se ha creído que los lémures y otros estrepsirrinos, a menudo denominados coloquialmente primates de "nariz mojada", eran criaturas solitarias, y a menudo se ha sugerido que otras formas de organización social evolucionaron más tarde. Por lo tanto, estudios anteriores han intentado explicar cómo y cuándo evolucionó la vida en pareja en los primates.
Sin embargo, investigaciones más recientes indican que muchos estrepsirrinos nocturnos, que son más difíciles de investigar, no son en realidad solitarios sino que viven en parejas de machos y hembras. Pero ¿qué significa esto para las formas de organización social de los antepasados de todos los primates? ¿Y por qué algunas especies de monos viven en grupos, mientras que otras viven en parejas o en solitario?
Investigadores de las universidades de Zurich y Estrasburgo han examinado estas cuestiones. Para su estudio, Charlotte Olivier, del Instituto Pluridisciplinario Hubert Curien, recopiló información detallada sobre la composición de las unidades sociales en las poblaciones de primates en la naturaleza. A lo largo de varios años, los investigadores construyeron una base de datos detallada, que cubría casi 500 poblaciones de más de 200 especies de primates, a partir de estudios de campo primarios. El trabajo se publica en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Más de la mitad de las especies de primates registradas en la base de datos exhibieron más de una forma de organización social.
"La organización social más común eran los grupos en los que vivían juntos varias hembras y varios machos, por ejemplo los chimpancés o los macacos, seguidos de grupos con un solo macho y varias hembras, como los gorilas o los langures", dice en un comunicado el autor Adrian Jaeggi, de la Universidad de Zúrich. "Pero una cuarta parte de todas las especies vivían en parejas".
Teniendo en cuenta varias variables socioecológicas y de historia de vida, como el tamaño corporal, la dieta o el hábitat, los investigadores calcularon la probabilidad de diferentes formas de organización social, incluso para nuestros antepasados que vivieron hace unos 70 millones de años. Los cálculos se basaron en modelos estadísticos complejos desarrollados por Jordan Martin en el Instituto de Medicina Evolutiva de la UZH.
Para reconstruir el estado ancestral de los primates, los investigadores se basaron en fósiles, que demostraron que los primates ancestrales eran de cuerpo relativamente pequeño y arbóreos, factores que se correlacionan fuertemente con la vida en pareja.
"Nuestro modelo muestra que la organización social ancestral de los primates era variable y que la vida en pareja era, con diferencia, la forma más probable", afirma Martin. Sólo alrededor del 15% de nuestros antepasados eran solitarios, añade. "Por lo tanto, la vida en grupos más grandes sólo evolucionó más tarde en la historia de los primates".
En otras palabras, la estructura social de los primeros primates probablemente era más similar a la de los humanos actuales de lo que se suponía anteriormente. "Muchos, pero no todos, vivimos en parejas y al mismo tiempo somos parte de familias extendidas y grupos y sociedades más grandes", dice Jaeggi. Sin embargo, la vida en pareja entre los primeros primates no equivalía a la monogamia sexual o al cuidado infantil cooperativo, añade.
"Es más probable que una hembra y un macho concretos fueran vistos juntos la mayor parte del tiempo y compartieran el mismo territorio y lugar para dormir, lo que era más ventajoso para ellos que vivir en solitario", explica el último autor, Carsten Schradin, de Estrasburgo. Esto les permitía, por ejemplo, defenderse de los competidores o mantenerse calientes unos a otros.