MADRID, 18 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los llamados ungulados nativos de América del Sur --el último de los cuales desapareció hace sólo 10.000 años-- están en realidad relacionados con mamíferos como caballos en lugar de elefantes.
Publicados este miércoles en la revista 'Nature', estos resultados se basan en las secuencias de proteínas fósiles, que permiten a los investigadores echar un vistazo hasta diez veces más atrás en el tiempo de lo que es posible con el análisis del ADN. Así, estos científicos han resuelto piezas de un rompecabezas evolutivo de casi 200 años de edad, que rodea el grupo de mamíferos que Charles Darwin llamó los "animales más extraños jamás descubiertos".
"La ubicación de los ungulados sudamericanos en el árbol de la familia de los mamíferos ha sido siempre un reto importante para los paleontólogos, porque anatómicamente eran mosaicos extraños, exhibiendo características que se encuentran en una gran variedad de especies muy relacionadas que viven por todas partes", relata Ross MacPhee, autora del artículo y conservadora en el Departamento de Mastozoología del Museo Americano de Historia Natural.
"Esto es lo que desconcertó tanto a Darwin y su colaborador Richard Owen en el siglo XIX. Con todas estas señales contradictorias, no podían decir si estos ungulados estaban relacionados con los roedores gigantes o elefantes o camellos", añade esta experta.
Ian Barnes, líder de investigación en el Museo de Historia Natural de Londres y otro de los autores del estudio, explica: "A pesar de que los huesos de estos animales habían sido estudiados durante más de 180 años, no se había llegado a una imagen clara de sus orígenes. Nuestros análisis comenzaron por la investigación de ADN antiguo para tratar de resolver el problema".
Sin embargo, el equipo pronto se dio cuenta de que el ADN antiguo --es decir, el material genético extraído de fósiles-- no sobrevivía en estas muestras porque la molécula de ADN se degrada rápidamente en las condiciones cálidas y húmedas como las típicas de América del Sur. El avance se produjo cuando los científicos pasaron a analizar el colágeno, una proteína estructural que se encuentra en todos los huesos de animales que pueden sobrevivir durante un millón de años o más en una amplia gama de condiciones.
La estructura química de los aminoácidos que componen una proteína está determinada en última instancia por la codificación de secuencias específicas en el ADN del organismo. Debido a esta relación clave, se pueden comparar las composiciones de aminoácidos de la misma proteína en diferentes especies, proporcionando una idea de cómo de cerca están vinculadas las especies.
"La gente tenido éxito en la recuperación de secuencias de colágeno a partir de muestras que datan de hasta 4 millones de años y esto es sólo el comienzo --afirma el profesor de la Universidad de York Mateo Collins, cuyo laboratorio hizo el trabajo de secuenciación--. En teoría, con el material recuperado de las condiciones del permafrost, podríamos ser capaces de llegar a retroceder 10 millones de años". Los científicos utilizaron análisis proteómicos para seleccionar 48 fósiles de 'Toxodon platensis' y 'Macrauchenia patachonica', las mismas especies cuyos restos descubrió Darwin hace 180 años en Uruguay y Argentina.
"Al seleccionar solamente las muestras de hueso mejor conservadas y con varias mejoras en el análisis proteómico, hemos podido obtener aproximadamente el 90 por ciento de la secuencia de colágeno para ambas especies. Esto abre el camino a otras aplicaciones en la paleontología y la paleoantropología, que actualmente estamos explorando", subraya otro de los autores, Frido Welker, estudiante en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, y de la Universidad de York.
Con las técnicas modernas de interpretación filogenética, los investigadores lograron demostrar de manera concluyente que los parientes vivos más cercanos de estas especies fueron los perisodáctilos, el grupo que incluye a caballos, rinocerontes y tapires. Esto los convierte en parte de 'Laurasiatheria', uno de los principales grupos de mamíferos placentarios.
La evidencia molecular corrobora una opinión sostenida por algunos de los principales paleontólogos de que los antepasados de estos ungulados sudamericanos llegaron de América del Norte hace más de 60 millones de años, probablemente justo después de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios no aviares y muchos otros vertebrados. Debido a que los ungulados sudamericanos eran un grupo tan grande y variado, no está claro si otros linajes no estudiados tenían el mismo origen.
"Es una clara posibilidad --resalta MacPhee-- y ahora estamos trabajando con nuestros colegas de América del Sur para recoger muestras fósiles que podrían resolver de una vez por todas de dónde vinieron estas magníficas bestias".