Madrid, 28 de abril de 2018.-
Actualmente, los trastornos psicológicos están de moda, igual que lo pueda estar Internet, viajar, salir en televisión a costa de hacer el ridículo o divorciarse. El trastorno psicológico se puede presentar en forma de: obsesión, compulsión, depresión, ansiedad, bulimia, anorexia, manía, trastorno antisocial y adicción, principalmente, sin desestimar la esquizofrenia en sus diferentes facetas.
Estamos pasando por un momento histórico que hace que sea especialmente incisiva la posibilidad de caer en algunas de estas formas alteradas de la psicología. El miedo a perder el empleo, el nivel social, el sistema que nos mantiene o la forma en cómo los demás nos perciben, van alterando nuestra capacidad de ver la realidad, a veces, poco a poco, debilitando nuestro carácter y otras, abruptamente, perdiendo la capacidad de razonar.
Los trastornos psicológicos o mentales se han convertido en un problema importante de salud pública. Los problemas de ansiedad, estrés, depresión son constantes entre la ciudadanía. Los trastornos mentales en conjunto constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Aunque en el caso concreto de la ansiedad se parte de la condición humana, y sirva para afrontar situaciones de peligro o riesgo, cuando es demasiado intensa, se convierte en una fuente de sufrimiento que es necesario controlar. La ansiedad intensa podemos entenderla como un estímulo de origen interno que nos hace sentirnos nerviosos, irritados y entrar en pánico.
Este trastorno puede abordarse mediante un tratamiento psicoterapéutico, en el que se incentive la autoestima y el autocuidado, que permita recuperar la confianza en uno mismo, o bien recurriendo a la utilización de determinados fármacos, sobre todo ansiolíticos. Las complicaciones por no tratar adecuadamente la ansiedad pueden ir desde una pérdida considerable de calidad de vida hasta el internamiento hospitalario.
Los trastornos de ansiedad son un grupo de enfermedades mentales que se caracterizan por tener en común la presencia de miedo y ansiedad exagerada, anormal y patológica. Aproximadamente 10 de cada 100 personas presentarán algún trastorno de ansiedad en alguna etapa de su vida.
Tratamiento para estos trastornos
Para evitar caer en este grupo de enfermedades patológicas, que abren la puerta a peligros como la pérdida absoluta de la productividad, la incapacidad parcial o total, la mencionada necesidad de internamiento hospitalario, el desarrollo de cuadros depresivos o incluso el suicidio, en los casos más extremos, hay que acudir al psicólogo, sin demora.
Todas las terapias que nacen de la psicología para combatir con eficacia estos trastornos parten de la aceptación, esto quiere decir que el paciente debe aceptar plenamente el trastorno a tratar, en este caso la ansiedad, pero podría tratarse de cualquier otro del mismo rango psicológico. Hay que aceptarlo y querer cambiarlo, esto abre el camino para poder conocerlo y abrirse a experimentarlo sin restricciones. Supone, por tanto, debemos aceptar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones.
A grandes rasgos, la ansiedad es una respuesta sujeta a la ley de la habituación. Si se mantiene el estímulo un tiempo suficiente la respuesta desaparece. Es una respuesta muy elemental y responde a la ley del condicionamiento clásico.
Un ejercicio muy completo y con grandes resultados consiste en la simple exposición al estímulo temido en la imaginación y en un estado de relajación. El papel de la relajación en la desensibilización sistemática es producir un cambio en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo que inhiba la ansiedad. Está suficientemente comprobado que la relajación progresiva reduce la actividad autonómica. Si estamos ante el estímulo que nos produce ansiedad sin que esta aparezca, conseguiremos el objetivo terapéutico.
En cuanto a los medicamentos, hay que decir que hay tratamientos farmacológicos que son, como tal, paliativos y no corrigen el problema de fondo, pero alivian el malestar del paciente de manera aguda al momento y disminuyen el riesgo de complicaciones. Estos medicamentos suelen ser los llamados benzodiacepinas.
Por otro lado, hay tratamientos de primera línea, farmacológicos que sí corrigen el problema de fondo, aunque lleva más tiempo. Se llaman antidepresivos tipo ISRS y están avalados por las sociedades norteamericana y nacional como efectivos. Sin embargo, idealmente requieren estos pacientes no sólo de fármacos, sino también de apoyo psicoterapéutico, todos estos medicamentos, bien utilizados, tipo ISRS no causa dependencia ni dopa, y son muy seguros. Y, repetimos, en ningún caso sustituyen la labor del psicólogo.
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