Pocas veces pensamos en el viento como algo positivo, ya que a fin de cuentas, ¿a quién le gusta que el cabello se le descontrole y no le deje ver nada? Y la cosa empeora cuando, además de estar soplando fuerte, nos pilla una lluvia en plena calle.
Aun así, lo cierto es que también tiene su cara positiva, su lado bueno, y es que se puede utilizar para generar energía eólica. Esta es una energía renovable, pues siempre vamos a poder hacer uso de ella, y que respeta el medio ambiente por formar parte de él. La pregunta es, ¿cómo puede el ser humano aprovecharse de ella? La respuesta es más sencilla de lo que parece: con los aerogeneradores verticales.
España es un país que no es especialmente ventoso, sobre todo si lo comparamos con Estados Unidos, donde cada año se producen decenas de tornados entre las primeras semanas de primavera y las últimas del verano, y cuyas rachas de viento pueden superar fácilmente los 300km/h. Sin embargo, aquí también se han batido algunos récords según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET): el 28 de noviembre del 2005, en Izaña (Tenerife), se llegó a registrar una racha de hasta 248 kilómetros por hora; en A Coruña, el 16 de febrero de 1941, el viento alcanzó los 160km/h, y el 14 de febrero del 2007, en Asturias, la velocidad que alcanzó fue de unos nada despreciables 148km/h.
¿Por qué no aprovechar el viento en nuestro beneficio? ¿Por qué no instalar aerogeneradores en aquellas zonas donde el viento alcance una velocidad mínima de 3 a 4 metros por segundo, que es lo que necesitan para funcionar como ya están haciendo muchos otros países como China o Estados Unidos, que son unos de los principales productores de energía eólica? Como vemos, en realidad necesitan muy poco, y dan mucho. Tanto es así que un sólo aerogenerador vertical de 1,8 megavatios situado en un buen emplazamiento puede producir más de 4,7 millones de unidades de electricidad al año. Esta es cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de más de 1.500 hogares. ¿Cómo es posible?
Los aerogeneradores verticales más comunes, los que con toda probabilidad has visto alguna vez, son los de eje horizontal. Éstos se componen básicamente de un mástil con góndola y tres hélices, que van girando produciendo energía mecánica. Dentro de la caja, un eje traslada dicha energía girando dentro de un bucle de alambres de cobre, que son los que la convierten en energía eléctrica. Gracias a un transformador que está dentro de la caja, la electricidad se incrementa más de cuatro veces para luego ser enviada por unos cables que están bajo suelo a una estación eléctrica donde potenciarán aún más su potencia. Después, es llevada a los hogares de la zona mediante la red eléctrica para que simplemente tengamos que encender el ordenador o cualquier electrodoméstico para aprovecharla.
Además, la energía eólica es una de las más limpias que hay, pues no emite sustancias tóxicas ni genera residuos que contaminen el agua. Además, se trata de una energía que siempre se va a poder usar pues siempre va a estar ahí. El viento va a seguir soplando durante, por lo menos, 5 mil millones de años más, que será cuando el Sol, se convierta en una gigante roja tragándose Venus, Mercurio y posiblemente la Tierra. Y para ese entonces, es casi seguro que el ser humano haya colonizado otros mundos.
Mientras sigamos aquí, la realidad nos estará demostrando con hechos que los combustibles fósiles no son la mejor opción, no sólo porque contaminan, sino también porque algún día dejarán de estar a nuestro alcance.
Autora: Elena Gastón