VALNCIA 16 Sep. (EUROPA PRESS) -
La Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu ha elaborado una guía de recursos sobre las mujeres impresoras desde el XV hasta el XIX para reconocer su trabajo, ya que sus nombres aparecen en contadas ocasiones al quedar ocultos bajo las firmas comerciales de "viuda" o "hija" de sus maridos o padres.
Desde la aparición de la imprenta, las mujeres trabajaron en labores tipográficas, aunque siempre dentro del ámbito de lo doméstico. Aprendían el oficio que compatibilizaban con la familia y solo se hacían cargo del negocio cuando lo heredaban al quedarse viudas, detalla Cultura de la Generalitat en un comunicado.
Algunas continuaban al frente del taller familiar apoyándose en nuevos matrimonios, mientras otras asumían en solitario la dirección de la imprenta hasta la mayoría de edad de sus hijos o nombrando en algunas ocasiones a un administrador o regente.
En cuanto a las hijas, futuras herederas, solían casarse con impresores para garantizar la continuidad profesional en la familia y para que su cónyuge se convirtiese en el sucesor de la imprenta.
Por todo ello, solo se conoce el nombre de algunas impresoras, ya que suelen figurar en los pies de imprenta y colofones con la expresión "viuda de" o "hija de" y, en algunos casos, con su nombre de pila y el apellido del marido.
Pero buena parte de las obras más relevantes de la historia del libro valenciano vieron la luz gracias a ellas. Jernima Galés, Margarita Veo, Josefa Avinent, Antonia Gómez, Isabel Juan Vilagrasa y las demás mujeres invisibles de la imprenta valenciana contribuyeron con su trabajo a la difusión de las ideas y la cultura de su época.
Para poner en valor su legado, la Biblioteca Valenciana ha recopilado los nombres y una breve reseña biográfica de cada una de ellas que se puede consultar en la página web.
NÓMINA DE IMPRESORAS
Del periodo incunable se conoce a Francisca López, viuda del impresor Lope Roca, y a Leonor Eiximenis, que ayudó a financiar la imprenta de su marido, Lambert Palmart, pero no hay constancia de que participara activamente en el taller.
En el XVI, Jernima Galés, casada con el impresor de origen flamenco Joan Mey y madre de los también impresores Felip y Pere Patrici, es una de las figuras femeninas más interesantes del siglo y una pieza fundamental en la historia de la imprenta.
Mujer muy culta, aprendió y dominó el oficio tipográfico hasta llegar a imprimir a lo largo de su vida más de 270 obras de todo tipo: libros doctrinales, manuales universitarios o textos clásicos, crónicas, algunos tipográficamente excelentes. Uno de sus trabajos, la 'Chronica, o commentari del gloriosissim e invictissim Rey en Iacme' (1557), es para el bibliófilo Salvá y Mallén "el modelo más perfecto y magnífico de la tipografía española del XVI".
En el XVII, la presencia de mujeres al frente de talleres tipográficos experimentó un cierto crecimiento, aunque no por ello mejoraron ni sus condiciones de trabajo ni sus oportunidades para practicarlo.
Entre las mujeres de este periodo figuran Ángela Rull (1613), viuda de Jeroni Cortés; viuda de Joan Crisostom Garriz (1629-1640); Isabel Ana Sebastián (1647-1650), viuda de José Gasch y viuda de Lucas Fuster; viuda de Silvestre Esparsa (1660-1665); viuda de Bernart Nogués (1662-1664); Isabel Juan Vilagrasa (1675-1710), viuda de Francesc Mestre, y Josefa Avinent (1677-1686), viuda de Benet Macé.
Durante el XVIII, la imprenta valenciana alcanzó su máximo desarrollo gracias al progreso técnico, buenas encuadernaciones, tipos elegantes, papel de extraordinaria calidad y excelentes grabados calcográficos.
OCULTABAN SU NOMBRE POR PRESTIGIO
Las mujeres, normalmente viudas, debían tener los conocimientos técnicos necesarios para realizar su trabajo y, aunque participaron activamente en los talleres tipográficos, siguieron ocultando su nombre a favor del marido, probablemente por cuestiones comerciales o de prestigio. Es el caso de Margarita Veo (1744-1759), viuda de Antonio Bordazar; Antonia Gómez (1757-1771), viuda de José Jaime de Orga; y Vicenta Devís (1779-1819), viuda de Agustín Laborda y Campo.
En el XIX, los métodos artesanos fueron mecanizados y el papel de la mujer fue disminuyendo y sus funciones se redujeron a tareas de encuadernación o venta de libros. Es difícil encontrar nombres de esta época, aunque se ha localizado a M. Teresa Laborda (hija de Agustín Laborda), Josefa Ros (viuda de José M. Ayoldi), Ramona Andreu (viuda de Salvador Amargós) y su hija Concepción Amargós, la viuda de Rafael Mariana y la viuda de José Carratalá, entre otras.