La investigación se centra en el caso de Irene Montero para estudiar la "polarización y lenguaje de odio" de periodistas en la red social
VALÈNCIA, 20 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un reciente estudio liderado por María Iranzo-Cabrera, investigadora de la Universitat de València (UV) y publicado en Social Science Computer Review, analiza la implicación de los periodistas en la propagación de discursos de odio contra mujeres políticas en Twitter.
La investigación se centra en el caso de Irene Montero, exministra de Igualdad de España, y arroja "datos inquietantes" sobre la polarización profesional y el uso de este discurso en los contenidos periodísticos, según ha indicado la institución académica en un comunicado.
Diarios de referencia, como The Guardian o La Vanguardia han abandonado recientemente la red social X, antigua Twitter, tras calificarla de "plataforma tóxica" y "red de desinformación", respectivamente.
"La academia venía demostrando desde 2019 que es un caldo de cultivo para la polarización, el acoso digital y el discurso de odio, especialmente sufrido por mujeres políticas. Esta tendencia ha aumentado desde que Elon Musk la compró en abril de 2022. Desde entonces, el algoritmo de Twitter amplifica los contenidos con carga emocional, sobre todo los tuits que manifiestan enfado", ha explicado María Iranzo-Cabrera.
Iranzo-Cabrera lidera el estudio, en el que también participan María José Castro-Bleda (Universitat Politècnica de València), Iris Simon-Astudillo (Universidad de Valladolid) y Lluís F. Hurtado (Universitat Politècnica de València), quienes han puesto el foco en el papel de los periodistas inmersos en campañas de difamación online y de género.
En concreto, la investigación ha querido determinar si, inmersos en campañas de difamación online y de género, los y las periodistas mejoran la calidad del debate público o, por el contrario, refuerzan la visibilidad de estos contenidos hostiles.
Para ello, examinaron una muestra de 63.926 tuits publicados entre el 23 y el 25 de noviembre de 2022 relacionados con la campaña de "violencia política" contra la entonces ministra española de Igualdad, Irene Montero, a raíz de las declaraciones contra ella de la diputada de Vox Carla Toscano.
A través de herramientas de Procesamiento del Lenguaje Natural y el análisis de contenido cualitativo, el estudio resalta que durante esos tres días "al menos la mitad de los tuits que contenían la palabra 'Montero' incluían expresiones de odio y lenguaje inapropiado", según detalla Castro-Bleda.
"ESTRATEGIAS INCÍVICAS"
En este clima de hostilidad, los 83 periodistas que participaron en el debate --con más de 10.000 seguidores cada uno-- tuvieron la capacidad de atraer 'me gustas' y 'retweets' y además "mostraron polarización y utilizaron lenguaje de odio, bien propio (37,58 por ciento) o a través de las citas de otros (11,41%)".
Cada posición ideológica --a favor y en contra de la ministra-- "se refleja también en sus propias estrategias incívicas". El estudio apunta que, "bajo el paraguas de la libertad de expresión y al margen de los discursos argumentativos, los periodistas que se inclinan por el progresismo ideológico tienden a insultar a sus oponentes, calificándolos de 'fascistas', 'horda nazi' o 'panda de cerdos y zorras sinvergüenzas'.
Por su parte, los inclinados a la derecha política utilizan sobre todo "construcciones divisorias, estereotipos e ironías como técnicas de ataque". Por un lado, trasladan el significado de la 'violencia' contra Montero a la que supuestamente ha generado con la aprobación de la ley 'SóloSíEsSí'. Por otro lado, justifican la campaña de odio señalando el supuesto maltrato que la ministra y su partido han ejercido contra el bando ideológico contrario.
En cuanto a los cargos profesionales de quien publica discurso de odio, se encuentran redactores (19), columnistas (14), directores de pseudo-medios (7), editores (7), directores de medios (2), editores en pseudo-medios (2) y dibujantes (4).
PARTICIPACIÓN DE EMPRESAS PERIODÍSTICAS
Además, 42 empresas periodísticas participaron en este debate en línea. El 2,38% de los tuits publicados por cuentas oficiales de medios incorporó discurso de odio (4) y un 27,38% (48) reproducían expresiones de odio de otros. Se trata de citas entrecomilladas o fragmentos de vídeo.
El 31,25% (15 tweets) incluyen un insulto o término ofensivo ('adoradora de la violencia', 'sátrapa' y 'banda de fascistas'), y el 29,17% (14 tweets) "reproducen el estereotipo de Montero como una mujer que se ha beneficiado de un hombre", apunta el estudio.
Asimismo, entre los tuits con más de 50 likes y/o retuits (2.239) se compartieron 138 noticias, "de las que el 76,81% incluían odio, ya sea en las declaraciones recogidas o directamente en el texto del periodista", precisa Simon-Astudillo.
En la muestra analizada se aprecia el descontento social con el periodismo. Al menos un 10% de los tweets de ciudadanos expresaron una crítica explícita al papel de los medios y periodistas, a quienes acusaron de ser "responsables de sembrar odio o amplificarlo mediante su cobertura". En este punto, la investigación señala que los tuits de periodistas y medios fueron "los más difundidos en la campaña de odio", alcanzando picos de interacciones de más de 10.000 likes y 4.000 retuits.
"Los periodistas tienen una responsabilidad crucial como agentes de deliberación pública, y este análisis pone de manifiesto que en demasiados casos han priorizado la polarización ideológica y su convicción de superioridad moral sobre la objetividad y el respeto", ha recalcado Iranzo-Cabrera, al tiempo que ha añadido que "cuando se limitan a reproducir discursos de odio de otros, funcionan como cámaras de eco para tales narrativas".
MEDIDAS AUTORREGULATORIAS
Por ello, el equipo de investigadores propone dos medidas autorregulatorias. Por un lado, cuando las cuentas de los y las profesionales se vinculen a un medio de comunicación en su biografía --lo más frecuente--, "es urgente que los medios establezcan pautas para regular el discurso de odio expresado por sus trabajadores en X".
Por otro lado, ha destacado que "son necesarias normas que impidan la excesiva difusión de discursos de odio en piezas periodísticas", tanto los vertidos por terceros como por los propios periodistas. "Estos requisitos son especialmente necesarios en un contexto de descrédito profesional como el que vivimos", han concluido.