MADRID 18 Mar. (EUROPA PRESS) -
"Nos está ganando la partida el dinero, la cultura de empresa, el interés económico y el éxito, palabra horrorosa". Así de claro lo tiene el dramaturgo, crítico teatral y director de escena valencianos José Monleón, que este año recibirá el Premio Max de Honor.
En una entrevista con Europa Press, Monleón, que tiene en su haber numerosos premios, ha agradecido especialmente éste, dedicado a toda una trayectoria, y ha recordado que hasta ahora, entre los distinguidos en esta categoría especial de los Max, no había "un teórico, gente que nos dedicamos a escribir sobre teatro y a pelearnos con los Ayuntamientos". "En el fondo no solo es un premio para mí sino para la gente que hace mi labor, una labor crítica y de estudio", declara.
Su amor por el teatro llegó en su Valencia natal (concretamente Tavernes de la Valldigna) y tras haber hecho la carrera de Derecho: "Vi 'Historia de una escalera' y 'La muerte de un viajante' y pensé, ¡demonios, estos tíos que han escrito esto y se han dado cuenta de que el mundo es bastante idiota, intentan descubrir, encontrar y construir las cosas que valen la pena!. A partir de ahí empecé a leer, les dije a mis padres que dejaba el despacho, vine a Madrid y me encarrilé", recuerda.
Para Monleón ésta ha sido, sin duda, "la mejor decisión" de su vida. "He viajado por todo el mundo, conozco gente estupenda de muchos países y he estado en zonas muy conflictivas como Sarajevo, Jerusalén o Chile. Esto me ha permitido una visión del mundo. Ir a un festival en París era para mi descubrir el mundo que te habían prohibido", señala ahora a sus 84 años.
ANSIA DE LIBERTAD
Desde la Fundación Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo, Monleón ha estado muy ligado al arco mediterráneo de los países árabes que, en estos momentos, viven una auténtica revolución.
"Creo que uno de los problemas de mundo árabe viene de la colonización. Tienen el recuerdo de una Europa que les creaba problemas de cultura, de lenguaje, que les imponía el francés o el inglés. Luego vino la rebelión. Parecía que todo el asunto árabe estaba entre un integrismo árabe y un islamismo más moderado. Era un debate religioso", explica.
Sin embargo, a su juicio, "lo más importante de lo que está pasando y seguirá pasando actualmente, independientemente de que las cosas se resuelvan de un modo u otro, es que hemos visto a muchachos y muchachas pidiendo democracia y libertad". "Esas voces en nuestra época moderna no habían sonado en el mundo árabe y demuestran la existencia de un pensamiento, una realidad y una evolución política y de los medios de comunicación. Es positivo sentir que se han liberado de una etapa postcolonial y que empiezan a plantearse los problemas propios de una sociedad", añade.
UN FESTIVAL PARA TODOS
Como director del Festival Madrid Sur, Monleón dice que este certamen ha sido "fundamental" para él después de 15 años en los que sigue en pie y con "gobiernos de distinto color". "Se planteó desde el principio con espectáculos de calidad, que contengan un contenido político e ideológico. Había que hacer un teatro para la solidaridad y para que los de distintas culturas no nos veamos como enemigos", apunta.
"El Festival sigue con esos criterios éticos y morales aunque los contenidos hayan cambiado. Es hacer un festival para todos, no para los de la derecha o la izquierda, los de arriba o los de abajo sino que diga que lo que es injusto hay que moverlo o que la mujer ya no es el perrito faldero a que fue condenado tanto tiempo. Se trata de que la visión del espectador sea la de confortarse en la posibilidad de una sociedad más justa y mejor que la que tenemos", insiste.
Como autor, José Monleón siempre ha estado preocupado precisamente por estas mismas cuestiones. "Tras la II Guerra Mundial todo el mundo se comprometió a hacer un mundo más justo pero aunque en algunos puntos se ha avanzado ahí está la Declaración de Derechos Humanos, que en algunos aspectos es una risa. Mis obras tratan de eso y siempre busqué artistas de varios países para implicar siempre a gentes de distintas culturas que hablaran de paz y justicia. No existe la paz o la justicia española o inglesa", asegura.
Cuando se le recuerda que esta misma actitud es la del maestro Danien Baremboim, Monleón está de acuerdo: "Somos muchos los que pensamos que los seres humanos somos bastante lógicos y que no tiene sentido que mueran diariamente de hambre 70.000 personas. Cada día gastamos 4.000 millones de dólares en armamento. ¡Qué humanidad es esta! ¡Cómo se puede construir un mundo tan horrendo! ¿Nos hacen creer que esto forma parte de la condición humana? Porque luego, individualmente, somos mejores que cuando nos organiza la sociedad. Sigue habiendo factores que impiden que el mundo sea como los humanos quisiéramos", lamenta.
EL NIVEL ÉTICO DEL TEATRO
Para Monleón, el teatro tiene "un problema duro": "Cuando escribes creas un nivel pero cuando el teatro, que tiene que ser industria, necesita un local, técnicos, actores que han de cobrar, se pone al servicio del beneficio. Tenemos autores, directores y actores jóvenes de enorme interés pero la estructura teatral está hoy más al servicio sólo de lo que dé dinero, que es lo más divertido o ingenioso pero que excluye los grandes valores del teatro como la solidaridad o la conciencia del sufrimiento del otro".
Aún así, recuerda que existen teatros públicos y salas privadas que "sí están trabajando por darle al teatro español un nivel ético que valga la pena".
La crisis es otra pregunta inevitable: "Es muy difícil hacer una política cultural equilibrada cuando tienes el agobio de ahorrar. En otros periodos ha sido más rica, atenta y sensible que ahora, eso es cierto. El problema es la proporción, porque iniciativas que costaban dos reales tienen problemas ahora por dos reales. Una democracia no puede funcionar sin una política cultural democrática", concluye.