Un Ribalta 'viaja' del Bellas Artes de València a Oviedo

Un Ribalta del Museo de Bellas Artes de València es la nueva 'Obra invitada' en el Bellas Artes de Asturias
Un Ribalta del Museo de Bellas Artes de València es la nueva 'Obra invitada' en el Bellas Artes de Asturias - MUSEU BBAA

VALÈNCIA 4 Abr. (EUROPA PRESS) -

El Museo de Bellas Artes de València (MuBAV) ha cedido en préstamo una de sus obras más conocidas del pintor del Barroco Francisco Ribalta, el 'Abrazo de san Francisco de Asís al Crucificado', que se expone como 'obra invitada' en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, hasta el próximo 13 de julio.

El programa 'La Obra invitada' tiene como finalidad enriquecer la colección del Bellas Artes de Asturias con destacadas piezas procedentes de instituciones estatales e internacionales, o bien de coleccionistas particulares en algunas ocasiones, que durante un periodo aproximado de tres meses permiten reforzar el discurso de su exposición permanente.

En la presentación, el director del MuBAV Pablo González Tornel, ha defendido que los museos españoles deben trabajar en red para reforzarse. Además, ha incidido en que la cultura es capaz de "unir más que nunca el Cantábrico y el Mediterráneo" y ha celebrado que "con Ribalta, visita Oviedo lo mejor del Barroco valenciano", recoge Cultura de la Generalitat.

La pintura, realizada sobre el año 1620, es un lienzo barroco de notables dimensiones (208 x 167 cm) que procede del convento de capuchinos de la Sangre de Cristo de València, desde donde pasó al Bellas Artes tras la desamortización de los bienes eclesiásticos en el siglo XIX.

El 'Abrazo de san Francisco de Asís al Crucificado' es una obra de madurez de Ribalta en la que, a partir de los modelos grabados del flamenco Hieronymus Wierix, el pintor creó una composición totalmente original.

San Francisco, en éxtasis, aparece en el monte Gólgota para convertirse en testigo directo y probatorio de la crucifixión y abrazar a Jesús. Cristo, por su parte, suelta una de sus manos del madero de la cruz para despojarse de la corona de espinas y posarla sobre la cabeza del santo.

La visión de san Francisco se convierte, con Ribalta, casi en una alegoría sensorial del sacramento de la Eucaristía, en la que el santo aproxima sus labios a la herida del costado de Cristo para, cerrando los ojos, paladear la sangre y la carne salvadoras que, gracias al rito de la transubstanciación, son el eje central de la liturgia católica.

Esta escena, de una potencia física conmovedora, se convierte en una figuración perfecta de gran parte de los elementos vertebrales del catolicismo cuestionados por la Reforma protestante: los sacramentos, la transubstanciación y el valor de los santos como mediadores entre los fieles y la divinidad.

RIBALTA

Francisco Ribalta se formó inicialmente en Barcelona, aunque abandonó Catalunya en 1581 ante la temprana muerte de sus padres. En Madrid entró en contacto con el núcleo de artistas cortesanos activos en El Escorial y la obra de Juan Fernández de Navarrete 'el Mudo' y Bartolomé Carducho dejó especial huella en su manera de pintar.

Se trasladó a València en 1599, probablemente en la comitiva que se desplazó a la ciudad para las bodas de Felipe III y Margarita de Austria. En València entró al servicio del arzobispo san Juan de Ribera y participó de la creación en 1616 de un Colegio de Pintores.

Fue el iniciador del Barroco en València y creó una escuela de pintores de la que formaron parte su propio hijo Juan Ribalta (ca. 1596 - 1628), Vicente Castelló (ca. 1585 - 1636) o Jerónimo Jacinto de Espinosa (1600-1667).

A partir de una formación tardomanierista, fue modulando su estilo sobre la base de la pintura del natural y a través de un profundo realismo aprendido a través de la circulación de copias de obras de Caravaggio, la importación de lienzos de José de Ribera y la presencia del pintor itinerante Pedro Orrente en València.

Ejecutó formidables pinturas religiosas como el retablo de Santiago en Algemesí (ca. 1603), la 'Santa Cena' del Colegio de Corpus Christi de València (1606) o el retablo de la Cartuja de Porta Coeli (1625-1627), así como numerosos retratos "del vivo" de los principales protagonistas de la religiosidad valenciana del momento.

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