MADRID, 30 Oct. (EDIZIONES) -
Ahora que llega Halloween, lo ideal es sentarse delante de una pantalla y dejar que sea una película de miedo la que haga de esa noche la más terrorífica del año. Pero, ¿cómo actúan estos largometrajes en el cerebro? La respuesta es simple: apelando al instinto.
Usando la imagen y el sonido, los mejores directores de las célebres 'horror films' consiguen que los espectadores olviden que lo que están presenciando no es real y "aunque cerramos las regiones motoras del cerebro, esos estímulos [de una escena impactante] son tan fuertes que logran superar la inhibición del sistema motor".
Estas palabras las pronuncia Michael Grabowski, profesor asociado de comunicación en el Manhattan College y editor del libro 'Neurociencia y los medios de comunicación: nuevos entendimientos y representaciones'.
La costumbre de saltar o gritar se debe a que una película atraviesa el estado templado y tranquilo de saber que no es cierto, nutriéndose, por tanto de un instinto primario.
"El grito es una forma de alertar a otros en su grupo social y ahuyentar a los atacantes", dice Grabowski. Es decir, la reacción inmediata es para protegernos y, a su vez, advertir a los demás antes de tomarnos el tiempo necesario para procesar qué es lo que nos asusta.
Estos momentos de pánico sustituyen a nuestros procesos de pensamiento racional, aunque no siempre: de ahí que haya quienes adoran esa impulso que reciben al ver una película de terror y quienes no pueden soportar que un largometraje les construya la tensión y se sumerjan en sus consciencias para que el susto espeluznante se consume en sus cerebros.
LA NEUROCINEMÁTICA
Los estudios de Grabowski se centran en la 'neurocinemática', la conexión entre mente y el séptimo arte, al más puro estilo de Del revés (Inside Out) Uri Hasson, un investigador y profesor que se centra en la neurociencia y la psicología en Princeton, descubrió al realizar el estudio que acuñó el término de 'neurocinemática' que la gente, al ver algo que simula el miedo o el suspense, tiende a tener respuestas similares en todo el cerebro.
Por ahora, esa visión está sobre todo ayudando a entender cómo se ve el miedo en el cerebro. Sin embargo, algunos investigadores piensan que el cine moderno, con una comprensión actualizada de la neurociencia y la psicología, está más capacitado para aprovechar la emoción de lo que lo solía estar.
Patricia Pisters, profesora holandesa sobre el estudio de medios, escribió hace poco que "en los thrillers contemporáneos, el espectador sabe tan poco como los personajes, y es inmediatamente arrastrado a la emoción subjetiva de los protagonistas. Como espectadores, tenemos esa misma experiencia al revés, por lo que tienen acceso directo al drama de los mecanismos neuronales de la emoción. Nos hacemos cargo de una montaña rusa neuronal que con el tiempo nos devolverá la historia [de la cinta]".
EL FUTURO DEL CINE Y DE LA MENTE
En el futuro, según Grabowski, es posible que los realizadores puedan utilizar ideas aún más precisas para estimular directamente ciertas emociones, controlar cuándo sus audiencias saltan de miedo, , básicamente, lo que sienten.
Como le dijo Hitchcock al guionista Ernest Lehman: "El público es como un órgano gigante que usted y yo estamos tocando. En el momento en que tocamos esta nota, obtenemos tal reacción; y luego pulsamos este acorde y ellos reaccionan de otra forma. Pero algún día ni siquiera hará falta hacer una película. Habrá electrodos implantados en el cerebro, y nosotros sólo tendremos que pulsar botones diferentes y ellos dirán 'oooh' y 'aaah' y nosotros decidiremos que los vamos a asustar o que vamos a hacerlos reír. ¿No será eso maravilloso?".