MADRID, 18 Ago. (EUROPA PRESS)
El próximo viernes 2 de septiembre llega a los cines Ben-Hur, la última versión del clásico homónimo escrito por Lew Wallace. Una aventura épica y atemporal que de la mano de William Wyler y Charlton Heston se convirtió en mito del cine a finales de los años cincuenta y que vuelve a la gran pantalla remozada y actualizada en una cinta dirigida por Timur Bekmambetov (Wanted, Guardianes de la noche) y protagonizada por Jack Huston, Toby Kebbell y Morgan Freeman.
"El Ben-Hur de 1959 no es simplemente una película, es un fenómeno que tuvo una gran influencia en la cultura del siglo XX", afirma el director, que reconoce que acercarse a un título legendario y tan presente en la memoria colectiva supuso asumir un gran riesgo que le costó aceptar. Lo mismo le ocurrió al guionista John Ridley, que en todo caso tiene un argumento de peso para defender esta reinterpretación de la obra de Wallace.
"Puede que los más fervientes admiradores de la película de 1959 consideren blasfemo hacer una nueva versión, sea como sea esa versión, pero se olvidan de que estos personajes ya existían 80 años antes de esa película", afirma haciendo referencia al filme protagonizado por Charlton Heston.
En este sentido, y frente a la alargada sombra que siempre proyecta un clásico como la cinta dirigida por William Wyler, esta nueva versión cuenta a su favor con una historia atemporal, que trata temas universales como la familia, la religión, la traición, la venganza o el perdón. "Aunque la acción y las circunstancias tienen lugar hace miles de años, las emociones y las acciones de los personajes son perfectamente comprensibles desde un punto de vista actual y tienen una resonancia moderna y universal", señala el director.
Con esos mimbres, el reto era ahora actualizar el mito, rescatar una historia ambientada en el siglo I y llevarla hasta el siglo XXI, hasta su público, valiéndose de todos los avances cinematográficos que el séptimo arte ha experimentado en los últimos cincuenta años.
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Para conseguir este objetivo, Bekmambetov y su equipo se han valido de herramientas innovadoras como las cámaras Go-Pro, una cámara G4. "Es un tipo de cámara que funciona como un iPhone. Consigue que todas las escenas den la impresión de que estás allí, en medio de la acción", apunta el director, que también encontró inspiración visual en otras herramientas de este siglo, como YouTube o las redes sociales.
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"Queríamos captar la acción de la misma manera que una persona cualquiera lo hace en la vida real, y para lograrlo hemos buscado inspiración no en la pintura clásica, sino en Instagram y en vídeos de YouTube", insiste Bekmambetov.
El perfecto ejemplo de ese empeño es la escena más emblemática de Ben-Hur: la carrera de cuádrigas. Las grabaciones de la NASCAR ayudaron a Bekmambetov a marcar el ritmo, la rapidez y la intensidad de este enfrentamiento de Ben-Hur contra Messala. Una secuencia clave que fue rodada durante 32 días en los estudios Cinecittà de Roma.
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Pero además de la inestimable pericia técnica, la escena también cuenta con un importante factor humano. "Todo el mundo pensará que es solo un logro de los efectos especiales, algo que nos hemos inventado de la nada. Pero no es así en absoluto. Decidimos que cada vez que se nos viera en esos caballos, fuéramos nosotros encima de ellos", recuerda Jack Huston.
En la búsqueda de este total realismo, fue necesario que Huston y Toby Kebbell recibiesen doce semanas de formación intensiva para conducir una cuádriga. "Construyeron todo un circo y había cuatro caballos de verdad tirando del carruaje", apunta Kebbell. "Daba miedo, no hay airbags, no hay frenos. Es como la NASCAR de hoy en día", subraya el director.