MADRID, 31 May. (EDIZIONES)
Clint Eastwood, LEYENDA (sí, con mayúsculas) viva del cine está de cumpleaños. Tipo duro de corazón tierno y talento cinematográfico incalculable, Eastwood nació un 31 de mayo en San Francisco en el año 1930. El eterno idilio con el séptimo arte de este republicano plagado de contradicciones comenzó hace ya seis décadas durante las que nos ha regalado un buen puñado de títulos memorables.
Director, actor, productor, compositor... Eastwood se puso por primera vez delante de una cámara en 1955. Fue en la cinta de terror de serie B -y 3D de la época- El regreso del monstruo.
Aquel fue el inicio de una monumental carrera en la que ha sido el bueno que comparte título con el feo y el malo, sucio y fuerte pero siempre Harry, el tipo duro de pelar al que acompaña un orangután, el preso que se fuga de Alcatraz, el sargento con las "pelotas" más grandes del ejercito, el abuelo cascarrabias con un carrazo...
Eastwood nos dejado ya más de 70 títulos como actor, 45 como trabajos como productor y 40 películas como director (en 23 de ellas dirigiéndose a sí mismo, la última ocasión en La Mula). Y las que vendrán, porque el incombustible genio de San Francisco no tiene previsto parar... eso sería de cobardes.
Cuatro Oscar que se antojan demasiado escasos (dos por Sin perdón y otros tantos por Million Dollar Baby) adornan una carrera de valor incalculable que ahora intentamos, solo intentamos, repasar en diez títulos dirigidos por Eastwood.
ESCALOFRÍO EN LA NOCHE (1971)
Eastwood debutó tras las cámaras con una inquietante película que relata la historia de un locutor de radio (al que da vida el propio director) que se ve acosado por una de sus oyentes. El aroma a radio y los versos de Edgar Allan Poe aderezan un thriller interesante en el que destaca una gran Jessica Walter.
INFIERNO DE COBARDES (1972)
Tan solo un año después de su opera prima, Eastwood visitó por primera vez como director el género que más contribuyó a forjar su leyenda. Lo hizo con un western crudo y digno de los maestros del género de los aprendió y a los que precisamente rinde un tétrico pero genial homenaje en una de las secuencias.
EL SARGENTO DE HIERRO (1986)
Uno de sus títulos más populares en el que se regaló un personaje memorable: el cascarrabias Tom Highway, un veterano de Vietnam y Corea que dejó para posteridad algunas de las frases más memorables de la historia del cine.
EL JINETE PÁLIDO (1985)
Eastwood vuelve a ensalzar el western en particular, y el cine en general, con este filme que bebe directamente de Raíces profundas (George Stevens, 1953) relatando las andanzas del "predicador" y su cruzada por defender a los colonos de la opresión y los abusos del terrateniente local. Una cinta cargada de épica y simbolismo con un final para enmarcar.
SIN PERDÓN (1992)
Posiblemente estemos ante el filme que, junto con El hombre que mató a Liberty Valance y Solo ante el peligro, conforma la 'Santísima Trinidad del western estadounidense. Cuatro Oscar, que se quedaron muy cortos, recibió la sombría y épica historia del pistolero William Munny. Simplemente memorable.
UN MUNDO PERFECTO (1993)
Con la historia del criminal Butch Haynes (Kevin Costner) y sus cazadores, el ranger Red Garnett (Eastwood) y la criminóloga Sally Gerber (Laura Dern), Eastwood elevó el síndrome de Estocolmo a la categoría de triunfo cinematográfico.
LOS PUENTES DE MADISON (1995)
El tipo duro nunca se puso más tierno que en esta intensa y maravillosa cinta en la que junto a Meryl Streep despoja al término melodrama de cualquier carga peyorativa.
MYSTIC RIVER (2003)
Pocas películas logran, sin acudir a los artificios de rigor, una atmósfera tan inquietante como esta sórdida y desasosegante historia de crímenes, traumas, justicia y amistad. Un desarrollo perfecto, un reparto sobresaliente y un final hermoso e infeliz a partes iguales hacen de Mystic River otra obra maestra de Eastwood y, posiblemente, la cinta más redonda de su excelsa filmografía.
MILLION DOLLAR BABY (2004)
Como hizo diez años antes, el californiano encadenó otra de esas rachas de títulos que no bajaban del notable -que continuaría con el díptico sobre el frente del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial formado por Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima y El intercambio- con este desgarrador y multioscarizado drama pugilístico que, ha confesado, es junto a Sin Perdón, el título favorito de toda su filmografía.
GRAN TORINO (2008)
Su último gran papel y, hasta la fecha, su último gran trabajo como director lo firmó subido a un Gran Torino del 72 y metido en la piel de Walt Kowalski, el único personaje que puede discutirle al abuelo de Up el título del cascarrabias más memorable de la historia del cine. Fascinante y, como los otros nueve títulos nombrados pero en este caso con más razón, imprescindible.