MADRID, 22 Jun. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
La madrugadora cartelera de esta semana nos devuelve al fondo del océano ideado por Pixar hace 13 años para reencontrarnos con Marlin, Nemo y, cómo no, Dory. El olvidadizo y espontáneo pez cirujano azul es el protagonista de Buscando a Dory, la secuela de uno de los más recordados éxitos de esa factoría de peliculones que es Pixar. Una cinta que, sin estar dotada de ese punto de genialidad que convirtieron a Up, Wall-E, Toy Story 3 o la más reciente Del revés en auténticas joyas, va sobrada de todos aquellos ingredientes que hicieron de Buscando a Nemo un título inolvidable.
A falta de grandes novedades en la esencia de su acuática trama, Buscando a Dory compensa la ausencia del factor sorpresa con una enorme colección de personajes -algunos como el pulpo Hank, la beluga Bailey o los leones marinos Rudder y Fluke son sencillamente de lo mejor que ha pescado Pixar en los últimos años- y un buen puñado de gags estratégicamente disparados para hacer del viaje de Dory hacia sus orígenes -y de la odisea de Marlin y Nemo para acompañarla primero y encontrarla después- una aventura divertida y, sobre todo, entrañable.
Y es que si hay algo por lo que apuesta la secuela -además de por el deslumbrante poderío visual inherente a la marca Pixar- es por la ternura, por un mensaje emocional y emocionante que nos anima a seguir nadando hacia adelante, confiar en nosotros mismos a pesar de nuestras limitaciones y salir de nuestra zona de confort para encontrar aquello que queremos ser. Un viaje que, como aprende a su modo la propia Dory, no es otra cosa que una búsqueda continua, un nadar para perderse y volver a encontrarse una y otra vez.
Una moraleja sobre las bondades vitales del riesgo que, paradójicamente, Pixar desliza en una nueva secuela que, a pesar de ser una película muy eficaz, excelente en muchos sentidos, carece del mágico encanto de sus mejores títulos y del efecto sorpresa de sus productos originales.
Y es que, con Toy Story 3 como excepción que confirma la regla, las últimas grandes películas de Pixar han sido historias originales. Y la corriente, la de la nostalgia y la de los dichosos mil millones en taquilla, apunta a que, de sus próximos proyectos, únicamente Coco, una aventura ambientada en la festividad mexicana del Día de los Muertos, no es una secuela. Ya se lo decían sus padres a Dory... ¡Cuidado con la corriente! Esperemos que Pixar no se olvide.