VALLADOLID, 22 Oct. (EUROPA PRESS) -
El director vasco Víctor Erice ha asegurado este martes que el cine español "ha sido tradicionalmente un fantasma industrial" y que en la actualidad es "un vulgar entretenimiento de masas" dirigido no a ciudadanos sino a consumidores.
Erice, quien junto a Pedro Costa ha presentado este martes en la Sección Oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) la película 'Centro Histórico', conmemorativa de la Capitalidad Cultural Europea de Guimaraes (Portugal) en 2012, ha reconocido no permanecer ajeno a las vicisitudes del cine español.
"El cine español ha sido tradicionalmente un fantasma industrial y las mejores películas han estado siempre más cerca de la artesanía que de la industria", ha aseverado en director antes de mencionar a Berlanga y de criticar la "dependencia" del cine: antes de la política y la economía y ahora, "al amparo de las televisiones".
Su percepción sobre la situación actual del cine no es mucho mejor para Erice, quien ha lamentado que sea hoy día "un vulgar entretenimiento de masas" dirigido no a ciudadanos sino a consumidores frente a su papel en el siglo XX, cuando era un arte "popular" que ahora no es.
Es por ello que aquellos profesionales que se niegan a pasar por ciertas aduanas, entre quienes se ha incluido, encuentran en ocasiones dificultades, ha aseverado Víctor Erice, quien ha reconocido entender el "auge" que en el género documental tienen las propuestas sociales aunque, en este sentido y al respecto de los límites entre géneros, ha recalcado que hay un aspecto documental en toda ficción y viceversa.
PROTAGONISTA: LA MEMORIA
"La ficción está en la mirada que el director proyecta sobre la realidad", ha afirmado el cineasta español, quien junto al finlandés Aki Kaurismäki y los portugueses Pedro Costa y Manoel de Oliveira han realizado el proyecto conjunto, en el que no se les impusieron condiciones más que una: el trabajar sobre "qué somos" a través de la memoria "y qué podemos hacer para compartirlo con la de los demás".
Con esos ingredientes, un presupuesto igual y cerrado para cada uno de ellos, que a su vez han sido coproductores y han cedido sus derechos durante cinco años, y un conocimiento sobre Portugal (además de los dos cineastas lusos, Aki Kaurismaki pasa largas temporadas cerca de Guimaraes y Erice conoce el país), cada uno de ellos ha planteado una historia distinta.
El primer episodio corre a cargo de Kaurismäki y se titula 'El Tabernero': se acerca a la figura de un hombre solitario que, sin mucho ánimo, trabaja por conseguir la misma clientela que restaurantes con buenos menús con los que su básica sopa no puede competir; su local, ubicado en una de las tradicionales calles de la localidad, resguarda también a algunos (pocos) hombres que beben y fuman en silencio.
Por su parte, en 'Dulce exorcista', Pedro Costa se sumerge en el pasado colonial portugués a través del personaje de Ventura, un emigrante de Cabo Verde que, en un supuesto trayecto en ascensor se tortura con sus recuerdos de la revolución, mientras que Erice firma el único segmento documental de la película, 'Ventanas rotas', en el que rinde homenaje a los trabajadores de la industria textil de Guimaraes, que delante de la cámara narran sus vivencias, algunas de más de 50 años, verdaderas o ficticias, en la fábrica Río Vizela.
Sus dificultades, la falta de felicidad o la emigración a Francia son algunas de las constantes en sus relatos, que dan paso a la parte del cineasta en activo más veterano del mundo, Manoel de Oliveira, quien en el episodio 'El conquistador conquistado' ridiculiza a los turistas (y guías) que, sin mayor interés, fotografían los monumentos más insignes del casco histórico de Guimaraes sin pararse a contemplar lo que les rodea.
EL CINE LUSO
Erice, quien ha asegurado que el portugués es uno de los cines "más interesantes de Europa" y que sus compañeros son "tres de los más grandes cineastas del mundo", ha explicado, a propósito de su parte, que su misión como cineasta es ver las cosas desde otro punto de vista, por lo que se desplazó a Guimaraes, paraba en cafés donde observaba el paisanaje y luego se interesó por las textiles.
El director vasco, quien ha ensalzado el "sentido crepuscular" del pueblo portugués del que carece el español y del que hay que aprender en un momento como el actual, de "ocaso".
La búsqueda del material conseguido, que le hubiera servido para un largo de dos o tres horas, lee ha permitido comprobar que la cultura proletaria ha desaparecido en Portugal y en toda la Europa Occidental pese a que, ha reconocido, la apertura de esa fábrica llevó a la localidad el ferrocarril y la electricidad.
Respecto a las preferencias que se establecen en estos trabajos conjuntos, en los que es difícil la concepción global del trabajo y no por episodios, Costa ha confesado que en todas existe un "top ten" mientras que Erice ha reconocido la dificultad de encontrar la unidad aunque, frente a ello, ha apostado por "dejarse llevar".
LOS DIRECTORES
Kaurismäki nació en Orimattila (Finlandia) en 1957 y debutó tras la cámara en 1981, al codirigir con su hermano Mika el documental 'Saimaa Ilmioo'; juntos fundaron en 1986 el Midnight Sun Film Festival de Sodankylä y la productora Villealfa Filmproductions. Además de una docena de cortos, ha dirigido 16 largometrajes entre los cuales se encuentran 'Crimen y castigo' (1983), 'La chica de la fábrica de cerillas' (1990), 'Nubes pasajeras' (1996), 'Juha' (1999), 'Un hombre sin pasado' (2002) o 'El Havre' (2011), galardonados en festivales de todo el mundo.
Nacido en 1959 en Lisboa (Portugal), Pedro Costa abandonó sus estudios de Historia para ingresar en la Escola Superior de Teatro e Cinema de su ciudad natal; trabajó como ayudante de dirección antes de dirigir cortos como 'Cartas a Júlia' (1987) y 'É tudo invençao nossa' (1989), y de debutar en el largometraje en 1989 con 'O sangue'. Su filmografía incluye títulos como 'Ossos' (1997), 'No quarto da Vanda' (2000), 'Où git votre sourire enfoui?' (2001) y 'Juventude en marcha' (2006), con los que fue cosechó diversos premios en los festivales de Venecia, Cannes o Locarno.
Víctor Erice nació en Carranza (Vizcaya) en 1940 y debutó en 1963 con el mediometraje 'Los días perdidos', su proyecto de fin de carrera en el IIEC; en 1969 participó en la película colectiva 'Los desafíos' y en 1973 conquistó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián con su primer largo, 'El espíritu de la colmena'.
Sus siguientes obras, 'El sur' (1982) y 'El sol del membrillo' (1993), fueron premiados en Chicago y Cannes; ha participado en las obras colectivas 'Ten Minutes Older: The Trumpet' (2002) y '3.11 Sense of Home' (2011), y dirigido los cortos 'La Morte rouge' (2006) y 'Sea-Mail' (2007).
En último término, Manoel de Oliveira nació en Oporto (Portugal) en 1908 y sus más de 80 años en activo le convierten en un cineasta excepcional en el panorama internacional. Con sus documentales lanza una mirada personal a la vida cotidiana de su país natal y entre sus largometrajes de ficción aparecen películas como 'Aniki Bóbó' (1942), 'Amor de Perdiçao' (1979), 'El valle de Abraham' (1993), 'Viaje al principio del mundo' (1997), 'Palabra y utopía' (2000), 'El principio de la incertidumbre' (2002) o 'El extraño caso de Angélica' (2010), entre otras muchas, premiadas en los festivales de Cannes, Berlín o Venecia.