MADRID, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -
Gore Verbinski dirige La cura del bienestar, un thriller psicológico ambientado en un apacible sanatorio al que acuden las élites económicas de idílica apariencia pero que guarda siniestros secretos. Una película que tras el suspense y el terror también esconde reflexiones sobre conceptos como el capitalismo salvaje, la ambición, la felicidad, la salud o el éxito en la sociedad actual.
"Vivimos en una sociedad cada vez más irracional", afirma el director en una entrevista a Europa Press durante la presentación de la película en Madrid, en la que estuvo acompañado del protagonista del filme, Dane DeHaan. El actor estadounidense da vida a Lockhart, un ambicioso joven ejecutivo al que su empresa envía hasta un remoto sanatorio ubicado en los Alpes suizos para traer de vuelta al CEO de su compañía.
Tras dirigir superproducciones como El Llanero Solitario o dos entregas de la saga Piratas del Caribe, con La cura del bienestar Verbinski regresa a un cine más oscuro y siniestro que no tocaba desde el remake de la cinta de terror japonesa The Ring, que estrenó en 2002. Un género al que tenía ganas de volver porque, apunta, tiene su propia lógica, sus propias reglas, que como cineasta permiten explorar conceptos con más libertad.
"Te da la oportunidad de trabajar desde la lógica de los sueños, utilizar el poder de los enigmas para hacer que los espectadores puedan descubrir y examinar las motivaciones de los personajes de una forma que no pueden hacer en otros géneros", explica el director, que ve la historia de La cura del bienestar como reflejo de muchas de las disfunciones del mundo actual, de esos autoimpuestos conceptos de éxito y felicidad relacionados con el dinero y el poder.
"El concepto central es que vivimos en una sociedad cada vez más irracional, que va conduciendo sin parar, directa, hacia un muro, a estrellarse contra él. Sabemos que algo va mal, que algo falla, pero seguimos adelante", apunta Verbinski, que en el desarrollo de la historia que firma Justin Haythe, guionista de Revolutionary Road con el que ya trabajó en El llanero solitario, quería que al público le asaltaran preguntas como "¿Qué es el bienestar?" o "¿Qué es la felicidad?".
Esta sociedad nos ofrece soluciones para estas preguntas, una cura, "pero a veces la cura es peor que la enfermedad", avisa el director. Y el instrumento para deslizar estas trascendentales preguntas es Lockhart, el protagonista interpretado por Dane DeHaan. Un joven tiburón de Wall Street dispuesto a todo por llegar a la cima y que personifica la ambición y el egoísmo que imperan en nuestra sociedad. "Él tiene la enfermedad", apostilla el director.
¿CURA O TORTURA?
"Es un personaje que persigue el éxito, el dinero y el poder. Alguien que cree que esas cosas le darán la felicidad y precisamente por eso es el héroe perfecto para esta historia. Plantea la pregunta qué es el bienestar, si es dinero y poder, si el dinero realmente compra la felicidad o la conseguirás huyendo de todo eso", reflexiona el actor, que no duda en afirmar que precisamente por estas 'virtudes' que adornan a su personaje es por lo que el público "disfrutará" viéndole en dificultades en varios pasajes de la película.
"Fue un rodaje difícil. Gore me ha torturado prácticamente todos los días. Hubo un mes de rodaje en el que filmamos casi todas escenas de tortura una tras otra... fue el mes de la tortura", recuerda DeHaan, que reconoce que la filmación de algunas secuencias supuso "un reto físico y psicológico". "No hay torturas en la película. Es todo parte de la cura", se excusa entre risas el director.
Una cura que tiene lugar en un sanatorio que evoluciona ante el espectador casi como otro personaje. En enclave remoto en los Alpes suizos que se presenta como un lugar tranquilo y apacible pero que se va revelando como algo inquietante y siniestro. "Tiburón, por ejemplo, transcurre en una playa, un lugar agradable y bonito", recuerda el director, que rodó los exteriores del balneario en el castillo de Hohenzollern, en las estribaciones de los Alpes en el sur de Alemania y los interiores en un hospital abandonado a las afueras de Berlín.
"Fue interesante estar en un entorno tan tranquilo y luego corromperlo", afirma Verbinski, que coincide con DeHaan al afirmar que tras La cura del bienestar sus visitas a los spa o los balnearios ya no serán tan apacibles. "Jamás volverá a ser lo mismo y creo que eso le pasará a todos los que vean esta película. Ya no cerrarán los ojos con la misma tranquilidad en un jacuzzi o al darse un simple masaje. Se lo pensarán dos veces, seguro", sentencia el actor.