MADRID, 6 May. (EUROPAPRESS) Leonor Watling y Richard Coyle son los protagonistas de Amor en su punto, una comedia romántica con la comida siempre de fondo que adereza los tópicos del género con unos sabrosos condimentos. Y es que, como bien dice su protagonista, "la comida sirve para hablar de todo". La cinta, escrita y dirigida por Teresa de Pelegrí y Dominic Harari, llega a nuestra cartelera este viernes en un momento en el que el mundo de la cocina cada vez más presente en las librerías y, sobre todo, en las parrillas televisivas. Pero Amor en su punto es una comedia que utiliza la comida no solo como telón de fondo, sino también como herramienta para simbolizar el conflicto entre sus dos protagonistas. Él, Oliver, es un exitoso escritor gastronómico incapaz de conseguir que una pareja le dure más de seis meses, un tipo que -según apunta el propio actor británico- "disfruta más con la comida que con sus propias relaciones". Ella, Bibiana, es una española resuelta e independiente que se gana la vida en Dublín y que está intentando superar una destructiva relación. Entre fogones y luciendo delantal charlamos con el equipo y los protagonistas de Amor en su punto: Watling, Coyle -que se confesó como un gran fan de los pimientos de Padrón y el jamón- y Ginés García Millán, entregado a sus labores culinarias. "Es mi primera película en inglés y tengo tres escenas: En una hablo en español, la otra es por teléfono y en la última no se me oye", afirmó entre risas el actor español mientras preparaba unas sabrosas sardinas en tempura durante el pintoresco encuentro con la prensa celebrado en la Escuela de Cocina Kitchen Club. "Bien o mal pero estás pensando en comida tres veces al día. Es un muy buen escenario para hablar de muchas cosas y para usarlo de metáfora de todo. Sirve para hablar de todo", afirma Watling que regresa a la arena cinematográfica con un papel escrito expresamente para ella. En este sentido, la actriz destaca que una de las grandes virtudes de Amor en su punto es que "cuando Teresa y Dominic se sentaron a escribir el guión querían hablar de la comida de forma muy prosaica, no de estrellas Michelín y grandes cocineros". "Las personas usamos la comida para controlarnos, para descontrolarnos y también como premio, como castigo. Así que es una herramienta súper útil para hablar de lo que quieras", subraya. "Elegimos cada plato individualmente, era un personaje más y tenía que tener las caracteristas, estética e ideológicamente, para poder ser la herramienta que en ese momento se necesitava para exteriorizar el conflicto emocional entre ellos", señalan los directores y guionistas Teresa de Pelegrí y Dominic Harari. Estofados, caracoles, magdalenas y demás platos que sirven para aderezar una historia de amor que parte de tópicos y clichés para darle un sabor especial al romance ambientado en Dublín entre una española y un británico. "Queríamos hacer una película de género, pero también jugar con los clichés burlándonos de ellos. Porque cuando haces una comedia romántica, hay que caer en los tópicos... la pareja tiene que enamorarse", dice Harari. "Introducimos elementos que le dan un carácter individual y personal para intentar aderezar la historia de siempre, pero con elementos que no has visto nunca antes", apunta Pelegrí que insiste en que la comida "está siempre ligada a las emociones y a quienes somos. Y es algo que se comparte con quien quieres... y también con quien no quieres. Es importantísimo". Tras presentarse en la sección oficial del Festival de Málaga, Amor en su punto llega a los cines españoles este viernes 9 de mayo.