MADRID, 30 Abr. (EDIZIONES) -
El Festival de Cine de Tribeca dejó una noche para el recuerdo con el reencuentro del equipo de El Padrino. Desde el productor y director Francis Ford Coppola, hasta varios integrantes del reparto como Diane Keaton, Al Pacino, Robert De Niro, Talia Shire, James Caan y Robert Duvall, asistieron ayer sábado a la proyección de El Padrino y El Padrino II para después recordar viejas anécdotas del rodaje.
"Me había olvidado muchísimo de la realización de las películas", confesó Coppola durante la ronda de preguntas que se llevó a cabo a continuación. "La historia echaba mano de muchas cosas de mi familia real, y mi hermana participaba en la película... así que la he encontrado muy emocional".
Por su parte, Diane Keaton, quien dio vida Kay Adams en la trilogía sobre la mafia, aseguró que no había visto las películas "en los últimos 30 años", para después dirigirse a Coppola y confesar su amor por el casting y la realización de la obra cumbre del cineasta. "Es asombroso. Cada elección que hiciste es tan auténticamente buena".
EL CASTING DE PACINO Y BRANDO
Con el paso de los años, el trabajo de Al Pacino (Michael Corleone) y Marlon Brando (Don Vito Corleone) en El Padrino tiene su propio hueco en la historia del cine. Pero cuando se llevó el casting de actores, ambos intérpretes tuvieron que pasar un sinfín de pruebas que pusieron a prueba su talento... e incluso su cordura.
"¿Cuántas pruebas hiciste para este papel?", le preguntó Taylor Hackford a Pacino, quien por aquel entonces, a comienzos de los 70, era una estrella del teatro pero una cara poco o nada renocible en Hollywood. "Parecía que siempre estaba haciendo pruebas...", recordó el actor, a lo que Coppola respondió: "Recuerdo haberlo llamado después de haber hecho seis pruebas. Su novia se puso al teléfono y me dijo: '¿qué le estás haciendo? Lo estás torturando'".
En el caso de Marlon Brando, el actor de Omaha tenía solo 47 años cuando interpretó a Vito Corleone, por lo que la caracterización como Padrino fue un aspecto muy trabajado y clave en el aplaudido resultado final del filme. El propio Francis Ford Coppola rememoró el mimetismo del actor con el personaje.
"Un día salió de su habitación temprano. Era muy guapo, con su pelo largo rubio y una bata. Sin pronunciar una palabra, me vio allí y miró a la cámara; recogió su cabello, se puso una camisa y empezó a doblar las puntas del cuello. Él consiguió un poco de papel para rellenar sus mandíbulas y dijo: 'él debe ser como un bulldog', y así comenzó a convertirse en el personaje".
Hasta tal punto llegó el afán de Brando por meterse en el papel que cuando en cierto momento "el teléfono sonó, él lo cogió hablando así", narró Coppola, haciendo una imitación del característico murmullo de Brando en la película. "Se había convertido totalmente en el personaje y lo tenía todo grabado en vídeo. Y eso es realmente lo que marcó la diferencia".