MADRID, 14 Sep. (EUROPA PRESS) - El próximo 31 de octubre la música de Queen volverá a resonar en los cines con el estreno de Bohemian Rhapsody, el biopic de Freddie Mercury en el que Rami Malek, protagonista de la popular serie Mr. Robot, encarna al icónico cantante. El actor ha visitado Madrid junto a su compañero de reparto Gwilym Lee, que da vida al guitarrista Brian May, para presentar un filme que definen como un canto a la libertad y una celebración de la vida y del legado de una de las figuras más carismáticas de la historia de la música. Y es que, insisten ambos intérpretes, Bohemian Rhapsody es mucho más que un repaso a la trayectoria artística de unos de los grupos más icónicos de las últimas décadas. Es una película que también habla de la libertad, de romper moldes y de contar con la valentía para mostrarse al mundo tal y como uno es en realidad. "Para mí Freddie Mercury fue como un héroe revolucionario. Hizo cosas que no se habían hecho nunca en el ámbito de la música y también fuera", afirma Malek que destaca fue el artista fue alguien que "vivió la vida a su manera", sin esconderse y sin dejar que fueran otros los que le marcaran el paso. "Fue uno de los primeros en decir: 'No voy a dejar que me encasilléis y voy a hacer las cosas a mi manera'. Y lo hizo hasta sus últimas consecuencias", dice tajante. Una independencia que, subraya Gwilym Lee, aderezó siempre con orgullo, alegría e irreverencia. "Animó a que todo el mundo disfrutara la vida, celebrara la vida. Siempre había mucha alegría e irreverencia en todo lo que hacía y ese es también un punto muy importante de su mensaje", afirma el actor que interpreta al guitarrista y astrofísico británico Brian May en el filme primero dirigido por Bryan Singer (X-Men) y después finalizado bajo la tutela de Dexter Fletcher (Amanece en Edimburgo). GLORIA Y SOLEDAD Bohemiam Rapsody muestra el lado más glorioso de Queen y de Freddie Mercury, toda su potencia y energía sobre el escenario, pero también aborda el reverso más oscuro de la estrella: su soledad, su egoísmo y también su enfermedad, el SIDA que terminó con su vida complicando una bronconeumonía el 24 de noviembre de 1991. "Sin duda era imprescindible reflejar eso. También formó parte de su historia, de la historia de la que fue una de las estrellas de la música más increíbles", señala categórico Malek que asegura que no "no se puede tener una parte de Freddy sin la otra". "Sobre el escenario no había nadie como él... y en su vida personal tampoco había nadie como él", sentencia. En este sentido, Lee apunta que "era muy importante incluir el asunto del SIDA en la película" y recordó cómo el representante de Mecury hizo un anuncio público el día antes de que el artista falleciera convirtiéndose así "en la primera estrella del rock en hacer esto" y confirmar públicamente que padecía la enfermedad. "Forma parte de su historia, pero no le define. Simplemente es parte de su vida, de una vida rica y compleja. El contraste en su historia es lo que hace que sea quien es", matiza. "FREDDY MERCURY SOLO HAY UNO" Y es que la figura del cantante de Queen es tan "enorme" que a la hora de encarnarle en la gran pantalla solo era posible intentar acercarse lo más posible. A sus gestos, a su voz -la que se escucha en la película es una mezcla de la voz de Malek, del cantante Marc Martel y del propio Malek- e intentar evocar su esencia en la medida de lo posible. "Nunca me miré al espejo y llegué a decir que era Freddy Mercury. Solo hay un Freddy Mercury", insiste el actor estadounidense de padres egipcios que confiesa que en un primer momento sí sintió la presión y llegó a estar "muy preocupado" ante el "desafío increíble" que suponía encarnar a Mercury. "Pero entonces me dije: 'Ve a Londres, toma clases de piano, clases de canto, comienza a trabajar en la coreografía, en sus gestos, en su forma de hablar...'", recuerda Malek que también subraya que, más allá de la llamativa prótesis dental que luce durante todo el filme, esa "transformación" es fruto también del "increíble" trabajo de los responsables de peluquería y maquillaje y también de un muy cuidado vestuario. "Y así, poco a poco me fui acercando a él cada vez más. Y algunos días me miraba y me sorprendía... pero siempre intentaba estar un poco más cerca de él cada día", recuerda.