MADRID, 5 May. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
El cine de aventuras de corte más clásico regresa en su versión más intensa, elegante y ya casi olvidada con Z. La ciudad perdida, la nueva película de James Gray que atrapa en más de dos horas la épica historia del explorador británico Percy Fawcett, desaparecido misteriosamente en el Amazonas en 1925.
Un hombre, encarnado por el recio Charlie Hunnam, cuyo sentido del deber patriótico y el honor familiar derivó, expedición tras expedición, en una temeraria obsesión con una antigua y legendaria civilización perdida en lo más profundo de la selva del Amazonas.
La del director estadounidense es, por encima de todo, una película ambiciosa y valiente. Y lo es tanto a la hora de afrontar el reto que supone abarcar toda la deriva personal y familiar de Fawcett y meterle mano, e imprescindible tijera, a las más de 400 páginas del libro de David Grann -quizá el uso de la elipsis que hace Gray sea uno de los aspectos más discutibles del filme- como al desplegar la imponente puesta en escena que exhibe en prácticamente todas y cada una de sus secuencias. En Z. La ciudad perdida Gray recrea a la perfección y con una elegancia clásica y casi poética, tanto la aparatosa pompa postvictoriana como la jungla más indómita e implacable.
Pero además, bajo su apariencia canónica, el retrato de esta búsqueda incansable es, en plena armonía con la gesta que ensalza, una propuesta osada con la que Gray, que ya exhibió enorme talento como narrador en La noche es nuestra o la desgarradora Two Lovers, demuestra ahora que su insólita y privilegiada mirada tiene también plena vigencia en un cine más grandioso y épico. De ese cine que ya casi nadie hace y, lo que es más descorazonador, casi nadie demanda. Ese cine que ya está casi perdido.