MADRID, 5 Abr. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
La buena acogida de Wonder Woman y el reciente taquillazo de Aquaman, en contraste con las decepciones cosechadas por sus eventos grupales como Batman v Superman o Liga de la Justicia, han terminado por fin de convencer a DC de que su camino, al menos de momento, no debe imitar el de su gran competidora, Marvel. Escarmentada y decidida ya a armar su relato cinematográfico con versos sueltos que respeten la musicalidad, aún indefinida, de su conjunto pero que no se opriman entre sí, la Distinguida Competencia suma a sus anárquicas filas a uno de sus personajes más livianos y juguetones, Shazam!
David F. Sandberg, director sueco fogueado en el cine de terror de la mano de James Wan con títulos tan discretos como Annabelle: Creation o Nunca apagues la luz, es el capitán de esta comedia para grandes y pequeños que busca, a veces con cierta desesperación, resucitar el espíritu del cine juvenil ochentero más disfrutón: Así como Shazam! personifica con sus poderes los ideales de la mitología clásica, el filme exhibe múltiples y chispeantes reflejos de tótems de aquella ahora más que nunca añorada década que van del Superman de Richard Donner hasta los Goonies pasando por Big, los Gremlins o esa pequeña joya televisiva que fue El gran héroe americano.
El superhéroe conocido durante décadas como Capitán Marvel -algo que ahora parece una herejía pero que fue así desde su creación en febrero de 1940 bajo el sello Fawcett Comics hasta 2012, cuando DC decide dejar de usar los dos nombres para su personaje- debuta en el cine con una película de orígenes festiva, muy divertida y con alguna sorpresa final que los tráileres, inmisericordes en estos tiempos del márketing machacón, no han reventado.
Un filme felizmente autoconsciente que, a pesar de enfrentar a su pareja protagonista, e incluso a su villano, a monstruos tan terribles como el abandono, el maltrato o el más feroz bullying, no cae en esa impostada solemnidad y gravedad que últimamente le pasa tan alta factura a DC. Así, este Shazam! resulta igual de fresco y ligero cuando se dedica a hacer el chorra en Youtube que a la hora de destilar su luminoso mensaje sobre la familia como un tesoro a defender que va más allá de los lazos sanguíneos.
Y en ese constante, y a veces deliberadamente impetuoso, ir y venir de la luz a la oscuridad, la película del superhéroe del traje rojo y rayo en el pecho -el segundo, por cierto, que luce tal guisa ya en el Universo DC- consigue rescatar algo del genuino espíritu 'comiquero', de aquella esencia que desprendía, y desprende, un disfrute para niños de todas las edades capaz de abordar con eficaz levedad dramas mayores.