MADRID, 4 Nov. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -
El 15 de enero de 2009 el mundo fue testigo de 'El milagro del Hudson'. Así pasó a la historia el suceso protagonizado por el Capitán Chesley Sullenberger (alias 'Sully'), que hizo aterrizar el Airbus A320 que pilotaba tras el fallo de sus dos motores sobre las gélidas aguas del río Hudson, salvando la vida de las 155 personas que iban a bordo.
Un capítulo fascinante de la historia reciente de la aviación en un país todavía traumatizado por el 11-S que Clint Eastwood traslada hasta la gran pantalla para, además de recrear la hazaña del veterano piloto, poner el foco en el calvario que siguió a su proeza a los mandos del vuelo 1549 de US Airways.
En apenas hora y media Eastwood recrea -de forma muy directa, casi escueta- las diferentes etapas de la investigación realizada por las autoridades de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte, que presenta demonizado como un concienzudo y casi inquisidor proceso que busca convertir al héroe en villano.
Es ante este acoso donde, con certeras pinceladas Eastwood, que casi siembre gusta de huir de innecesarios arrumacos, nos permite conocer al hombre, no al héroe. Al profesional, no al iluminado. Al veterano, no al temerario.
Con la excelente interpretación de Tom Hanks como vehículo perfecto de su insistente reivindicación del factor humano, el octogenario genio de San Francisco erige Sully, no ya solo como homenaje y necesario resarcimiento al héroe, sino como otra de sus arengas en favor de la destreza de la veteranía.
Un canto diáfano y limpio a ese superpoder que solo confieren las canas y las arrugas frente a las oscuras intenciones de aquellos que intentaron manchar el nombre del héroe, que buscaron convertir el milagro en imprudencia, disfrazar la pericia que dan los años en vanidoso exceso de confianza.
Sully no solo le sirve a Eastwood para exponer seca y sin adornos la verdad de aquel 15 de enero, también le vale para mostrar y demostrar lo que un veterano que todavía funciona a pleno rendimiento piensa de esa falacia tan extendida de que lo nuevo es siempre mejor que lo viejo. Más que un Eastwood menor, un Eastwood esencial.