El Hobbit La desolación de Smaug - WARNER BROS.
MADRID, 11 Dic. (EUROPA PRESS - Israel Arias)
Llega a los cines El Hobbit: La desolación de Smaug. Aquí os dejamos, en unos cuantos apuntes, nuestras primeras impresiones tras visionar la segunda entrega de la trilogía con la que Peter Jackson regresa a la Tierra Media.
- Sin presentaciones ni preámbulos. Uno de los defectos que se achacaron a Un viaje inesperado es que el la aventura de Gandalf, Bilbo, Thorin y compañía tardaba demasiado en arrancar. Con las presentaciones hechas ya hace un año, en esta nueva entrega la acción llega prácticamente desde el minuto uno.
- El mejor hobbit. Gloria eterna a Don Martin Bolsón o a Don Bilbo Freeman, lo mismo me da... que me da lo mismo. Tras su gran debut -impagable su escena de los acertijos con Gollum- el actor inglés vuelve a clavar el personaje con otro cara a cara antológico. Watson es el mejor hobbit que Tolkien pudo imaginar.
- Viejos y nuevos amigos elfos. La desolación de Smaug nos trae el reencuentro con Légolas (Orlando Bloom) y la presentación de Tauriel Evangeline Lilly. Y aunque en la intimidad la química entre los elfos del Bosque Negro sea un tanto artificial -ella los prefiere más bajitos-, cuando se ponen a despachar orcos son inigualables. Poesía (élfica) en movimiento.
- Gandalf y sus circunstancias. En su afán por rellenar los "vacíos" de Tolkien (es decir, de estirar el chicle hasta convertir un libro en tres películas) Peter Jackson se encomienda a Gandalf. El personaje al que da vida Sir Ian McKellen abandona el viaje para ocuparse de sus propios asuntos. Otra aventura llena de peligros en la que además se encontrará con un viejo conocido...
- El poder del dragón: Smaug es sin duda la gran atracción de la película, y la colosal criatura no decepciona. Un espectáculo visual como pocas veces se ha visto en la gran pantalla. Y todo aderezado con la imponente, y también colosal, voz de Benedict Cumberbatch. Una gozada... interruptus.