(EUROPA PRESS, por Rebeca Fernández)
"La inteligencia fracasada", de José Antonio Marina
La inteligencia es uno de los temas que está a la orden del día y si no basta observar que la estupidez se ha convertido en un insulto más que habitual propinado, con poco cariño precisamente, políticos de distinta envergadura o famosotes y famosos del papel cuché. Pero ninguno de nosotros estamos a salvo en esto de insultarnos y de calificarnos de "estúpidos". Ya nos lo advierte José Antonio Marina en su último trabajo, "La inteligencia fracasada" (Anagrama, Barcelona 2004), donde pretende construir una teoría científica de los fracasos de la inteligencia. Marina prefiere hablar de fracasos más que de estupidez, debido, entre otros factores, a que este término, como digo, se ha ido dejando para los menesteres de las descalificaciones.
La inteligencia es la capacidad que tiene todo sujeto para dirigir su comportamiento utilizando para ello la información que capta, aprende y la que elabora él mismo. Una cosa es la capacidad y otra, el uso que se haga de ella. Por eso Marina nos aclara que la inteligencia tiene dos estadios; el estructural (la capacidad) y el uso de esa capacidad. De ahí que haya personas muy inteligentes pero que fracasan con más asiduidad que otras con menos capacidad intelectual.
Y es que de la tontería todos nos contagiamos. El éxito de dirigir bien nuestra conducta, es el éxito de la inteligencia que nos encamina a la felicidad; el fracaso, a la desdicha.
El problema de que nos perdamos en ese camino es una suma de muchos factores. Puede tratarse de un problema inicial que deriva de una patología mental o deficiencia, por lo que hablaremos de "inteligencias dañadas" o puede, en cambio, ser un problema final. Nos referiremos entonces a las "inteligencias fracasadas".
Marina intenta dar las claves a algunas de las preguntas que todos nos hacemos sobre el porqué de nuestros fracasos. Por eso nos ofrece a modo de recetario cuáles son los ingredientes del éxito para que al final obtengamos un buen pastel. Con unas gotitas de voluntad y de buen uso del lenguaje como sistema para comunicarnos, pasaremos a condimentar con una "pizquita" de ajuste a la realidad. No debemos agriar nuestra receta con el prejuicio, la superstición o el fanatismo, porque entonces nuestro pastel no tendría una base consistente. Con un poco de esfuerzo, tendremos el resultado que es una inteligencia sin fracasos.
Para los que se atrevan un paso más, podría coordinar sus metas y conductas, y mezclarlas con un poquito más de interacciones sociales. Tendremos entonces una inteligencia colectiva, que surge de las sociedades.
Marina advierte como profesional de la gastronomía del pensamiento que el error forma parte del aprendizaje. Así que para aquéllos que se inicien en esto de la cocina de la conducta, que no desesperen porque es algo habitual equivocarse.
Es difícil rebasar la línea que separa literatura entretenida y ensayo pero Marina ha sabido conseguirlo con éxito. De su pluma no se libra ningún personaje; desde Napoleón a Hitler, acaba concluyendo que el fracaso abarca toda la historia humana. Con cierta ironía y sobre todo un buen hacer, ha hecho de su último trabajo una obra amena.
"La inteligencia fracasada" no es un libro de estantería que acompaña a esas grandes obras de la literatura clásica, es un libro de mesilla y de consulta donde todos nosotros nos podemos ver reflejados, y con el que podemos intentar solventar todos los fracasos de nuestra inteligencia, porque como bien dice Marina "si la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra amenaza".