MADRID, 27 Nov. (EUROPA PRESS) -
El escritor Arturo Pérez-Reverte ha señalado que existe "un arte moderno brillante y buenísimo que merece ser visto, difundido y pagado", pero ha recalcado que algunos "galeristas conchabados con los críticos adecuados pueden convertir en un artista supermillonetis a un jeta, a un incompetente o a un mediocre".
"Estamos hartos de ver" este tipo casos "viles" en el mercado del arte, lo que supone algo "injusto para los artistas de verdad". Como ejemplo de esta farsa ha citado al británico Damian Herst y sus famosas "vacas", quien a su juicio es "un sinvergüenza amparado por galeristas y por golfos".
Por ello, Pérez-Reverte no entiende que haya que apreciar a un tipo como Damian Herst y despreciar a un grafitero "que va a jugarse la vida y encima es bueno". Así lo ha señalado el escritor en un encuentro con los medios con motivo de la presentación de su novela 'El francotirador paciente' (Alfagura), una historia relacionada con el mundo de los grafiteros.
Reverte aclara que con su libro no pretende "glorificar, ni defender, ni atacar" a los grafiteros, sino que se limita a "describir ese mundo", aunque precisa que el grafiti vandálico debe ser perseguido, además de considerar que "afea" las ciudades.
"Yo pensaba que había solo un tipo de grafitero, que era el vandálico, y efectivamente hay el tipo de grafitero bombardero que va a destrozar y hacer daño, pero también hay el que busca un sitio abandonado para pintar sin molestar a nadie", precisa.
CONVIVIR CON ELLOS
El autor ha convivido durante un tiempo en varias ciudades del mundo entre grafiteros para conocer su mundo, "sin molestar, haciendo preguntas y sin juzgar". La mayoría de ellos no sabía quién era él, porque muchos "no han leído un libro nunca", aunque sí sabían que era un escritor que quería escribir una novela sobre ese mundo.
"He sentido de nuevo, tantos años después, la clandestinidad, la noche, la adrenalina. Ha sido pintoresco y divertido, una experiencia de esas que te rejuvenecen", ha añadido.
Tras esta experiencia, ha descubierto que detrás del concepto de grafitero hay "seres humanos con sueños y anhelos", que muchas veces no saben por qué pintan pero saben que son "felices cuando 'hacen' una pared". "Se juegan la vida para que la gente vea su nombre. Ahí es cuando dije: 'Aquí hay algo más que vandalismo'". "Pintan porque pintando son, existen", subraya.
Según explica, el grafitero ni se considera ni quiere ser artista, les parece que pasarse al mundo del arte y exponer es "vender su culo" y tienen claro que "si es legal no es grafiti". Sus ahora "amigos" han leído la novela y les ha gustado, algo que le ha tranquilizado porque su miedo era no haber comprendido ese mundo.
"Ahora cuando veo grafitis por la calle veo caras, veo chicos, veo historias, no veo una firma", asegura Reverte, quien admite haber cogido "latas en lugares donde no hacía daño a nadie".
El libro, además de abordar el mundo el grafiti y el arte, tiene "un segundo nivel de lectura que es una reflexión sobre el mundo que estamos viviendo".
Sobre la posible adaptación de la novela al cine, ha dicho que después de sus anteriores experiencias siente un "saludable escepticismo", aunque ha desvelado que el primer capítulo que ha visto de la adaptación de la saga 'Alatriste' es "espléndido".