MADRID, 16 Nov. (EUROPA PRESS) -
Conocido por su talento precoz y una calidad inusual que le llevó a realizar casi 200 cuadros en menos de veinte años, el arte del joven Van Dyck (1599-1641) llega por primera vez al Museo del Prado.
Esta muestra, compuesta por 52 pinturas y cuarenta dibujos, será inaugurada por la Reina el lunes, coincidiendo con la conmemoración del 193 aniversario del museo.
Centrada exclusivamente en su obra de juventud, la muestra, patrocinada por la Fundación BBVA, abarca el periodo comprendido entre 1613, aproximadamente, cuando Van Dyck contaba 14 años de edad, hasta su marcha de Amberes a Italia en octubre de 1621.
Durante estos ocho años de producción temprana, Van Dyck había pintado unos 160 cuadros, mucho de ellos obras de gran tamaño y ambición creativa, de los que el Prado posee el conjunto más importante.
Para el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, Van Dyck fue un "discípulo aventajado" de Rubens y ha señalado que esta exposición es un retrato artístico de un artista que se movió entre la emulación al maestro y el carácter propio".
CANTIDAD Y CALIDAD
Con todo ello, la muestra refleja en profundidad la carrera del joven artista y pone de relevancia que su talento precoz del artista que se manifiesta no sólo en la cantidad, sino también en la calidad de sus obras, según ha explicado Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca del Prado y comisario de la muestra junto a Friso Lammertse, conservador del Boijmans van Beuningen Museum de Rotterdam.
"Pinta de manera sorprendente para ser tan joven, aunque su temprana edad le hace titubear y reafirmar su propia personalidad, de cara al arte de Rubens", explica Alejandro Vergara, para quien muchos de sus lienzos se pueden encuadrar dentro de las "obras maestras de la pintura barroca".
Según han señalado Friso Lammertse, poco se conoce de la vida de unos de los artistas "más talentosos" de la historia. Entre los datos que se conocen, resaltó su fecha de nacimiento en 1599, el mismo año en que nació Velázquez. También se sabe que no quería ir al colegio y que su única pasión era dibujar. "A los 18 años controlaba el pincel de manera que muchos soñarían", ha explicado.
En esta misma línea, ha indicado que sus primeras obras eran "muy personales" para acabar con un estilo "demasiado perfecto, incluso podríamos decir relamido", ha precisado Lammertse.
TALENTO PRECOZ
La exposición cuenta con notables ejemplos de cómo este talento precoz le permitió pintar obras maestras de gran originalidad, como El Prendimiento (Museo del Prado) y el San Jerónimo en el desierto (Gemäldegalerie de Dresde).
En cuadros como 'La entrada de Cristo en Jerusalén' (Indianapolis Museum of Art) o 'La Lamentación' (Ashmolean Museum de Oxford), se muestra su faceta de pintor experimental que busca nuevos recursos para aumentar el impacto de sus cuadros en los espectadores.
Al margen de su trabajo propio, Van Dyck también trabajó para Rubens (1577-1640) y fue uno de los primeros pintores en enfrentarse a la abrumadora influencia de aquel, ejemplificada en obras como La coronación de espinas (Museo del Prado), en la que la aparición de figuras muy próximas a Rubens no impide apreciar nítidamente en otras la lucha del joven pintor por definir un estilo propio.
Van Dyck colaboró con Rubens desde al menos 1617 hasta 1621. Su relación fue paradógica. En su taller, formaba parte de un equipo de pintores que ayudaba al maestro pintando algunos elementos de sus cuadros o realizando versiones que luego él retocaba en mayor o menor medida. Rubens preparó de tal modo a Van Dyck que llegó un momento en el que el alumno era capaz de imitar a la perfección el estilo del maestro.
No obstante, en toda la producción juvenil de Van Dyck se aprecia una experimentación constante, que se manifiesta en sus frecuentes cambios de estilo y es probable que, al mismo tiempo que trabajaba para Rubens y elaboraba una versión personal del estilo del maestro, fuera desarrollando también una manera de pintar más propia, según señalan desde el Museo del Prado.
En cuanto a sus retratos decir que una tercera parte de los cuadros que pintó Van Dyck antes de partir a Italia en 1621 fueron retratos. Con el tiempo se convirtió en uno de los retratistas más influyentes de la historia del arte europeo.