MADRID, 26 May. (CulturaOcio) -
Tal día como hoy hace 120 años el Drácula de Bram Stoker se despertaba y se levantaba de su ataúd. El célebre escritor había logrado unificar la mitología previa del afamado chupasangres en un solo relato con un personaje que marcaría un antes y un después en la literatura gótica.
Abraham Stoker nació en Clontarf, Dublín, un 8 de noviembre de 1847. El que más tarde sería célebre creador de uno de los grandes mitos de la literatura gótica y de terror, pasó toda su infancia en cama por una grave enfermedad y sólo pudo empezar a caminar a partir de los siete años.
Durante aquellos años de reclusión forzada en el colchón, los libros y la imaginación llenaron sus días para que no fuesen solitarios y aburridos otorgándole toda esa formación que más tarde sería imprescindible para la creación de sus obras. Pero para cuando empezó a asistir a la Trinity College Dublin, ya era un alto y consumado atleta.
En 1871 de graduó en Ciencias, formación a la que seguiría un Máster en Matemáticas. Entre 1867 y 1877, Stoker trabajó como funcionario público en la capital irlandesa mientras demostraba un gusto por las artes escénicas heredado de su padre llegando a escribir la crítica de una obra teatral que se publicó en The Evening Mail.
No sería hasta 1890 cuando comenzaría a publicar destacados relatos cortos y novelas, como El paso de la serpiente o Drácula, su obra más célebre que fue publicada en 1897. En ella, Stoker constituye el retrato de uno de los personajes más influyentes de la época y de la literatura romántica, a través de una narración sostenida por diarios y cartas. Una narración basada en diferentes leyendas que logró resonar en las décadas posteriores y sigue muy viva en la actualidad, inmortal al paso del tiempo como el propio mito transilvano.
Al éxito del Drácula de Bram Stoker le seguirían una serie de adaptaciones cinematográficas entre las que destacan Nosferatu (1922), la cinta protagonizada por el mítico Bela Lugosi (1931), el filme en el que es Christopher Lee quien da vida al icónico chupasangre (1958) o la película dirigida por Francis Ford Coppola en 1992 protagonizada por Gary Oldman.