MADRID, 21 Feb. (EUROPA PRESS) -
Mariasun Landa (Rentería, 1949) impregna de "humor y ternura" su libro 'La fiesta en la habitación de al lado' (Bakanak), un libro autobiográfico, donde esta licenciada en Filosofía y Letras rememora su primer año de estudios en el marco del París de 1968. La autora de relatos infantiles y juveniles cambia de registro con un texto con el que reconoció hoy en Madrid haber hecho "un trabajo de arqueología sentimental".
Landa llegó a París en otoño, justo cuando la ciudad vivía la resaca del mes de mayo del 68. La ciudad estaba llena de emigrantes españoles, refugiados antifranquistas y jóvenes huidos de la "grisez" del franquismo.
Ella contaba con 19 años y durante aquellos doce meses experimentó multitud de experiencias, que quedan reflejadas en este libro, como aquellas fiestas mitificadas que "sólo tenían lugar en la habitación de al lado".
El título del libro alude a la sensación "constante de que a veces tenemos de llegar tarde a todo", como explicó la autora, quien recordó que los tres años siguientes que permaneció en la capital francesa "de 'chambre' en 'chambre'" ya no fueron iguales a aquella primera experiencia.
"Fue un año de inestabilidad juvenil", subrayó Landa, cuyas experiencias quedan plasmadas en esta "narración generacional, un canto a la independencia". "Ese año fue el comienzo de una vida", precisó la escritora, que quedó marcada por el estreno de 'El último tango en París', el entierro de Charles de Gaulle, el concierto de Paco Ibáñez en la Sorbona o los ensayos de Simone de Beauvoir.
"UN POCO AFRANCESADA"
Landa, quien se considera "un poco afrancesada", puntualizó que 'La fiesta en la habitación de al lado' es "un texto muy mimado" que le costó bastante escribir, primero por tener que contar sus experiencias -"pensé ¿a quién le pueden interesar?-, y, segundo, por estar acostumbrada a relatos más breves infantiles y juveniles. Pero, finalmente, "la intensidad y el ritmo narrativo" también están en esta obra.
"Me gusta la literatura que es intensidad", prosiguió la autora, candidata en 2008 al Premio Andersen, considerado el Nobel de la literatura infantil y juvenil.
Después de "trabajar con la memoria, un continente muy brumoso", Landa descubrió que "la memoria guarda sensaciones y detalles" que quiso olvidar. Desde siempre lleva un diario y los de aquellos años, sumados a las cartas que conserva, le sirvieron para recordar detalles de aquel 1968. "No es un ajuste de cuentas. Así fui y así fuimos", concluyó.