MADRID 3 Oct. (EUROPA PRESS) -
El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Francisco César García Magán, ha sugerido a los sacerdotes que visibilicen la piratería como una "falta".
"A lo mejor habría que actualizar, sin duda, por parte de los pastores que están aquí, nuevos índices o guiones de reflexión para hacer uno examen de conciencia y meter estas nuevas faltas, no me atrevo a decir pecados --un moralista que lo califique-- de la piratería", ha precisado García Magán, este martes, en la inauguración de la V Jornada sobre el Libro Religioso.
Esta jornada, organizada por la Comisión de editores del libro Religioso (CELR), se celebra en IFEMA, en el marco de la Feria internacional del libro (LIBER), bajo el título 'Grandes retos e inquietudes del libro religioso'.
Sobre los temas concretos que se abordarán en esta jornada, García Magán se ha referido al reto de los derechos autor y la piratería que son "un quebradero de cabeza" para los editores y ha apostado por "cambiar la mentalidad laxa y permisiva".
Así, ha indicado que, entre todos, se ha de conseguir un "respeto máximo a la propiedad intelectual" y ha pedido a las editoriales que sean "ejemplo de honestidad y transparencia". "Es de justicia respetar ese trabajo, evitando formas de excusas ante el fraude o las prácticas permisivas", ha insistido.
Por otro lado, sobre la batalla por la visibilidad en los medios, el secretario general de los obispos ha defendido que "la presencia de la fe en el mundo de la cultura es irrenunciable" y ha advertido a los editores del "peligro" de hacer del mensaje evangélico algo "fosilizado".
Asimismo, ha apostado por "establecer comunidades de confianza mutua" entre editores, autores y lectores, al igual que hay una fidelización a un club de fútbol.
En general, García Magán ha apuntado que son "tiempos de gran dificultad" para el libro y "más aún para el libro religioso" y ha lamentado que "faltan lectores", sobre todo, entre los más jóvenes.
A esto se suma, según ha añadido, el aumento del gasto en los materiales de edición, la necesidad de cumplir con honorarios y precios o la aparición de los nuevos dispositivos de lectura. Por ello, en medio de este contexto, ha agradecido a las editoriales religiosas su "sacrificio" y las ha animado a "reinventarse" porque, a su juicio, "no está dictada la sentencia de muerte para el libro".